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La familia CURIE: Elementos químicos radiactivos

 

La mítica actividad científica de la familia Curie, ganadora de cinco premios Nobel nominales, giró en torno a la absorbente personalidad de Manya Sklodowska, nacida en Varsovia en 1867 de padre profesor de física y matemáticas y madre directora de colegio. Una niña de memoria prodigiosa que, tras morir su madre y quedarse su padre sin trabajo, se marchó a París en 1891 ayudada por su hermana. Allí, en una penuria mal alimentada con pan, mantequilla y té, estudió física en la Sorbona, se licenció en 1983, trabajó con Lippmann y conoció a Pierre Curie. Este físico, nacido en París en 1859, y su hermano mayor Jacques, habían descubierto la piezoelectricidad, un fenómeno consistente en que la presión ejercida sobre un cristal de por ejemplo cuarzo, producía un potencial eléctrico. Después, abandonando la cristalografía, Pierre se dedicó a elaborar su tesis doctoral, en la que estudiaba si existían transiciones entre ferro, dia y paramagnetismo: encontró el ahora llamado ‘punto de Curie’, que es la temperatura por encima de la cual los materiales pierden su ferromagnetismo y se transforman en paramagnéticos. Asimismo, demostró la diferencia entre el para y el diamagnetismo, que más tarde fue explicada teóricamente por Paul Langevin. Pierre leyó su fructífera tesis en 1895 y ese mismo año se casó con Manya, quien pasó a llamarse, de acuerdo con la tradición francesa, Marie Curie. Tuvieron dos hijas, Irène en 1897 y Eve en 1904. El matrimonio Curie, atraído por el fenómeno de las radiaciones del uranio descubiertas por el parisino Antoine Henri Becquerel (1852 – 1908), se dedicó a extraer las sustancias que emitían radiaciones en la pechblenda y aislaron los elementos químicos polonio y radio. Por su trabajo en la denominada radiactividad, Pierre y Marie Curie recibieron la mitad del premio Nobel de Física en 1903; la otra mitad se la concedieron a Becquerel. Antes, en ese mismo año, Marie había presentado en la Sorbona su tesis, pasando a ser la primera mujer francesa en poseer el título de doctora. Pierre murió en un accidente callejero en 1906; pero Marie, sobreponiéndose a la desgracia, siguió trabajando con sus ayudantes, sustituyó a su marido en la cátedra (primera mujer profesora en la Universidad de la Sorbona), y en 1911 le concedieron el premio Nobel de Química “en reconocimiento a sus servicios para el avance de la química por el descubrimiento de los elementos radio y polonio, por el aislamiento del radio y por el estudio de la naturaleza de los compuestos de este importante elemento”. Todo esto lo explicó detalladamente en su conferencia del Nobel titulada “Radio y los nuevos conceptos en Química”.

Marie Curie comenzó diciendo que hacía quince años del descubrimiento de la radioactividad (con este nombre designó ella el fenómeno) por Becquerel. Y subrayó el aislamiento del radio como una piedra angular en el edificio de la ciencia de la radioactividad. El aislamiento lo hizo sola, pero basándose en la colaboración y estudios de su marido, consistentes en la medida de la actividad de muchos minerales, ya que la radiación ioniza el aire y lo hace conductor. Así, descubrieron una anormalmente alta actividad en la pechblenda y concentrando la actividad por métodos químicos hallaron el polonio, compañero del bismuto, y el radio, compañero del bario. En la pechblenda hay trazas de radio: tan sólo  unos decigramos por tonelada; pero precipitándolo junto al sulfato de bario, purificándolo a cloruro y tras miles de cristalizaciones ( ya que el cloruro de radio es menos soluble que el de bario) siguiendo la actividad, pudieron aislarlo. El análisis espectral del radio indicó que era un nuevo elemento; su peso atómico fue 226,42 (una cifra un poco alta). Se trataba de un metal alcalinotérreo que debía situarse debajo del bario en el Sistema Periódico. Su radiactividad era cinco millones de veces mayor que la de un peso igual de uranio. Debierne y Marie Curie obtuvieron el metal puro por electrolisis y encontraron que al fundirlo a 700ºC se volatilizaba. Los Curie no pudieron estudiar el polonio tan a fondo como el radio porque es cinco mil veces menos abundante; además, se desintegra con rapidez: su vida media es de 140 días frente a los dos mil años del radio. No obstante obtuvieron su análisis espectral. 

Marie Curie, en su lección, repitió varias veces que la radiactividad es de naturaleza atómica, que es una emisión de materia acompañada por una pérdida de peso de las sustancias activas, que la energía es tomada de la sustancia misma e implica una transformación atómica. A este proceso, Rutherford y Soddy, citó, lo han llamado “teoría de la desintegración atómica” y han demostrado que, por ejemplo el radio, da lugar a una serie de trasmutaciones atómicas que producen un tren de átomos de menores y menores pesos atómicos. Hasta hoy, dijo, se han clasificado unos treinta elementos radiactivos nuevos en cuatro series encabezadas por uranio, radio, torio y actinio, aunque el radio puede asimilarse a la serie del uranio, del cual es derivado.

 Después de recibir el Nobel que su marido no compartió porque no se concede el premio a personas fallecidas, Marie Curie continuó con su actividad científica. Durante la Primera Guerra Mundial, ayudada por su hija Irène y a bordo de una ambulancia preparada, se dedicó al desarrollo de la radiografía de rayos X y después de la guerra a las aplicaciones médicas de las sustancias radiactivas. Murió en 1934 de leucemia probablemente provocada por la radiación. Su hija Eve escribió una biografía de su madre que fue traducida a muchos idiomas y se casó con el diplomático Labouisse, quien recibió en 1965, con UNICEF, el premio Nobel de la Paz ¡Es el destino!

Frédéric Joliot (1900 – 1958, París) e Irène Joliot – Curie (1897 – 1956, París) obtuvieron conjuntamente el premio Nobel de Química de 1935 “en reconocimiento de sus síntesis de nuevos elementos radiactivos”. Frédéric, químico, era ayudante de Marie Curie desde 1923 y se casó con Irène, física, en 1926. Unieron sus apellidos para que no se perdiese el Curie y tuvieron un hijo y una hija. Sus investigaciones en el campo de la radiactividad estuvieron coordinadas. En 1934, al bombardear aluminio con partículas alfa, obtuvieron una radiación, puesta de manifiesto en la cámara de niebla, que persistía después de  quitar la fuente de radiación: el aluminio se había convertido en fósforo 30, un isótopo radiactivo. Por vez primera se había creado un elemento químico artificialmente.

Irène dio la primera conferencia del Nobel. La tituló “Producción artificial de elementos radiactivos” y en ella expuso cómo se había abierto un campo nuevo en el que se habían irradiado muchos  elementos químicos con partículas alfa, protones, deuterones y neutrones, produciéndose nuevos elementos al tiempo que se desprendían protones, alfa y neutrones. Enfatizó en que habían visto que al irradiar aluminio y boro con partículas alfa se emitían simultáneamente, en vez de un protón, un neutrón y un electrón positivo. (Los neutrones descubiertos por Chadwich y los positrones descubiertos por Anderson, ambos en 1932). Señaló que suponían que la transmutación de aluminio a silicio trascurría en dos etapas: la primera consistía en la captura de la partícula alfa y la expulsión del neutrón, con formación de fósforo 30; en la segunda, el fósforo se descompone exponencialmente en tres minutos emitiendo positrones. Frédéric tituló su conferencia “Evidencia química de la transmutación de elementos”. Puso ejemplos de la conservación del peso atómico y del número atómico en la radiactividad natural (Ra —> Rn + He) y en la artificial (Al + He —> Si + H ; Al + He —> P + n) y explicó los métodos químicos que emplearon para manejar unas cantidades de materia imposibles de pesar. No obstante, al tratarse de productos radiactivos era posible identificarlos. Además, atacándolos con ácido y añadiendo fosfato de sodio y una sal de zirconio, el precipitado de fosfato de zirconio incluía el elemento radiactivo. ¡Pero había que operar deprisa, porque los elementos se desintegran! Los dos esposos citaron los importantes trabajos de Rutherford y Fermi.

Frédéric construyó, ayudado por su mujer, que era profesora en la Facultad de Ciencias de París,  el primer sincrociclotrón de Europa occidental en el Colegio de Francia, donde profesó en 1937. Durante la ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundial participaron en la resistencia. Los trabajos que llevaron a cabo de bombardear elementos pesados con neutrones fue un paso importante para el descubrimiento de las reacciones en cadena. Así, tras la guerra, Frédéric dirigió la construcción de la primera pila atómica francesa hasta que fue expulsado por su ¿afiliación? al partido comunista. En el reactor nuclear también colaboró Irène hasta su muerte por leucemia, como su madre.

 

 

 

 

 

 

   

 

 

 

 

 

 

 

Emil FISCHER, Otto WALLACH y Walter HAWORTH: Estructura de los carbohidratos

 

Hermann Emil Fischer (1852, Prusia – 1919, Berlín) fue galardonado con el premio Nobel de Química 1902 “en reconocimiento de los extraordinarios servicios que ha rendido en sus trabajos de síntesis de azúcares y purina”. Cuando  adolescente, su padre, dueño de una industria, opinó que era ‘demasiado estúpido’ para los negocios, pero como destacaba en los estudios lo mandó a Bonn a aprender química. En Estrasburgo conoció a von Baeyer, con el que aprendió a trabajar con los tintes, y el que le dirigió la tesis doctoral sobre fluoresceína y otros compuestos orgánicos que presentó en 1874; en esta época descubrió la fenilhidrazina accidentalmente. En 1878, von Baeyer sucedió al fallecido Liebig  en Munich,  Emil se fue con él y trabajó en los tintes derivados del trifenilmetano. En  las universidades de Erlanger y Berlín empezó a investigar, en 1882, sobre azúcares y purina, como nos contó en la lección que dictó con ocasión de la recepción del premio Nobel, que tituló “Síntesis de purina y del grupo de los azúcares”. En ella, comenzó recordando que la síntesis de la urea por Wöhler en 1828 fue el punto de partida de la gloriosa evolución de la Química Orgánica y de la dedicación de la Química a los grandes problemas de la Biología. A continuación, Fischer señaló que el descubrimiento de  la estructura de la purina fue consecuencia de su síntesis a partir del ‘barato’ ácido úrico obtenido del guano, un abono procedente de las deyecciones de aves marinas. Fischer representaba la molécula de purina con un rectángulo de cuatro átomos de carbono y dos átomos de nitrógeno, unido a un pentágono de tres carbonos (dos compartidos con el rectángulo) y dos nitrógenos; el conjunto tenía dobles enlaces alternos. La estructura de la purina es la que se admite actualmente salvo que el rectángulo se sustituye por el hexágono propio de los compuestos aromáticos. Fisher mostró  las fórmulas de los compuestos con la misma estructura básica de la purina: la hipoxantina y xantina, ambas presentes en la sustancia muscular; la adenina y guanina, del guano, como el ácido úrico. Las cuatro proceden del reino animal, pero también mostró otras de origen vegetal y con la misma estructura: cafeína, teobromina y teofilina, principios activos del café, del té y del cacao. Fischer señaló que pudo sintetizar muchos otros compuestos de fórmulas relacionadas con la purina, como hizo, por ejemplo, en la síntesis de tricloropurina por la acción del cloruro de fósforo sobre el ácido úrico, de hecho ya está en el mercado, dijo, la teofilina artificial y esto podría ser extensible a la teobromina y cafeína. ¿Seguirán los pasos, se preguntaba, de la síntesis de tintes y sabores como ya se ha hecho partiendo del alquitrán? También llamó la atención sobre la importancia biológica de algunos de estos compuestos; por ejemplo, adenina y guanina están relacionadas con el núcleo, la parte más importante de la célula, y el exceso de ácido úrico tiene incidencia en la salud.

Fischer señaló en su lección la mayor importancia económica que tienen los carbohidratos sobre las purinas, informando que los polisacáridos almidón y celulosa pueden hidrolizarse para obtener monosacáridos, y que estos pueden transformarse en polisacáridos por deshidratación. También dijo que se conocía la fórmula de la glucosa, aldehído de un alcohol hexavalente, así como la existencia de otros cincuenta monosacáridos naturales, añadiendo que ¡podían obtenerse cientos artificiales! En efecto, Fischer sintetizó hexosas a partir de glicerina por oxidación con ácido nítrico diluido (si es concentrado se obtendría nitroglicerina, un explosivo) obteniendo una sustancia dulce llamada glicerosa que al tratarla con álcali diluido se dimerizaba a un azúcar de seis átomos de carbono. De esta manera obtuvo glucosa, y tratándola con fenilhidrazina, a través de la formación de oxazonas, estableció su relación con fructosa y manosa. También fue capaz de aumentar el número de carbonos de uno en uno y de obtener azúcares dimerizando gliceraldehido. Entre 1891 y 1894 Fischer estableció la configuración estereoquímica de los monosacáridos y sus isómeros aplicando la teoría estructural de Le Bel y van’t Hoff, que atribuyeron independientemente la asimetría de las moléculas a los átomos de carbono individuales. Definieron el carbono asimétrico como aquél que estaba unido a cuatro radicales diferentes. Según esto, la glucosa, con cuatro carbonos asimétricos, tendría dieciséis sustancias geométricamente distintas. En su lección, Fischer mostró las ‘fórmulas modernas’ (así las llamó) de los seis pares ópticos (dextro y levo) de glucosa, manosa, idosa, gulosa, galactosa y talosa, más otros dos pares ‘artificiales’ : en total, las dieciséis sustancias previstas. (Esas ‘fórmulas modernas’ son las que hoy conocemos como las ‘fórmulas de Fischer’ que aparecen en cualquier libro de química sea o no orgánica). Fischer llamó la atención sobre el hecho de que la naturaleza produce exclusivamente dextroazúcares (dijo), mientras que en las síntesis se obtiene una mezcla de dextro y levo, ¿será posible la obtención de isómeros puros?, se preguntaba. Para resolver éste y los muchos problemas pendientes de la química de los carbohidratos se precisaría la colaboración de muchos investigadores, opinaba.     

Entre 1899 y 1908, Emil Fischer se dedicó al estudio de las proteínas, separando e identificando los aminoácidos (descubrió los aminoácidos cíclicos prolina y oxiprolina), estableciendo el enlace entre ellos y sintetizando di, tri y polipéptidos. También estudió las enzimas y las grasas. ¡Ah! Y se casó con Agnes Gerlach, con quien tuvo tres hijos varones, pero enviudó pronto ¿Mereció tantos premios, tantos doctorados ‘honoris causa’, tantas medallas? ¿Fue tan, tan grande como para llamarle “padre de la química de los carbohidratos”? No, no fue tan grande, fue ENORME.    

 

Otto Wallach (1847, Prusia – !931, Gotinga) recibió el premio Nobel de Química en 1910 “en reconocimiento de sus servicios en química orgánica y en la industria química por su trabajo pionero en el campo de los compuestos alicíclicos”. Estudió en la universidad de Gotinga, donde fue alumno de Wöhler y donde se doctoró en 1869. Un año después se marchó a Bonn como ayudante de Kekulé. Allí fue nombrado profesor en 1876 y trabajó con los aceites esenciales empleados en farmacia. Demostrando su habilidad como laborante, consiguió separar, ante el asombro de Kekulé, los componentes de mezclas complejas mediante destilación fraccionada. Una vez conseguido el aislamiento de los compuestos  empezó a estudiar sus propiedades y  estructuras: eran terpenos, de fórmulas derivadas del isopreno.

En la conferencia dictada durante los actos de concesión del premio Nobel, titulada simplemente “Compuestos alicíclicos”, Wallach contó que  químicos tan influyentes como Wöhler, Liebig y Berzelius se interesaron por las esencias y conocieron, por ejemplo,  que el aceite de las almendras amargas contenía benzaldehído y que también eran esencias  el aldehído cinámico, el timol y otros compuestos con anillo bencénico. Wallach afirmó que no todas las esencias son aromáticas sino que son alicíclicas, es decir, que no tienen anillo bencénico. En efecto, la mayoría de los aceites esenciales son terpenoides: los más sencillos son los monoterpenos de fórmula C10H16 que incluyen no sólo hidrocarburos sino también alcoholes y aldehídos. Wallach citó la trementina (aguarrás), el canfeno (alcanfor), la carvona (hierbabuena), el eucaliptol (aceite de eucalipto), entre otros. Asimismo, fue capaz de transformar unos compuestos en otros, por ejemplo, pineno en limoneno (terpenoide) o en carvacrol (bencénico). También dejó claro que los monoterpenos son ópticamente activos en su mayoría, es decir, que tienen carbonos asimétricos y existen en las formas dextro, levo y racémica. Así, el levo-limoneno se encuentra en las agujas del pino y la forma dextro en la piel de naranja.

Un paso decisivo en la elucidación de la estructura de los monoterpenos fue la obtención del dipenteno, la forma racémica del limoneno, por dimerización del isopreno, de fórmula C5H8 , demostrándose que los terpenos son isoprenoides. Esta idea la desarrolló Leopold Ruzicka (1887, Croacia – 1976, Zurich), premio Nobel de Química en 1939 “por su trabajo sobre polimetilenos y terpenos mayores”, quien extendió los isoprenoides a los diterpenos de veinte átomos de carbono (fitol y vitamina A), a los triterpenos de treinta átomos de carbono (resinas) y a los tetraterpenos  de cuarenta átomos de carbono (carotenoides). Ruzicka escribió una biografía sobre la vida y obra de Wallach, su maestro.

Wallach terminó su lección del Nobel llamando la atención sobre el hecho de que plantas muy cercanas botánicamente, como las variedades de eucaliptos, producen esencias diferentes, mientras que otras plantas no relacionadas forman sustancias idénticas. Asimismo, justificó que la carestía de los perfumes se debía a la baja concentración: para obtener un kilogramo de aceite esencial de violeta se requerirían 330000 kilogramos de floración. Quizá se puedan obtener los perfumes sintéticamente, pronosticaba.        

 

Sir Walter Norman Haworth (1883, Lancanshire – 1950 Birmingham) obtuvo el premio Nobel de Química en 1937 “por sus investigaciones en carbohidratos y vitamina C”. Haworth se doctoró en Gotinga dirigido por Wallach y un año después, en 1911, en Manchester, le otorgaron el título de Doctor en Ciencias, un grado de honor logrado en un tiempo record. En 1925 se trasladó como profesor a Birmingham, donde permaneció hasta su retiro en 1948. Un año antes había sido nombrado Caballero.

Haworth, con Perkin Jr., sintetizó el silvestreno, un terpeno de fórmula C10H16 presente en el aceite y en la resina de las coníferas. Pero su gran trabajo consistió en dar un paso más en la estructura de los azúcares establecida por Emil Fischer representando las moléculas con un anillo glucósido en lugar de colocar los átomos en línea recta: son las ‘fórmulas de Haworth’ que seguimos utilizando porque son más útiles en la descripción de las reacciones químicas. No solo estudió los mono y disacáridos, sino que determinó la longitud de la cadena de los polisacáridos y ayudó a establecer su estructura. Además, sintetizó la vitamina C, cuya fórmula desarrollada está relacionada con los azúcares sencillos.

En su conferencia del Nobel, titulada “La estructura de los carbohidratos y de la vitamina C”, Haworth expuso que no estaba claro cómo se realizaba la unión entre dos o más moléculas de glucosa para formar los polisacáridos, lo que le llevó a representar tanto la glucosa como la manosa, galactosa y fructosa, en sus fórmulas isómeras alfa y beta, por anillos de piranosa. Concluyó que los disacáridos sacarosa, maltosa, celobiosa, gentiobiosa, melibiosa y otros,  resultaban de la pérdida de H2O entre dos moléculas de monosacáridos, uniéndose mediante un átomo de oxígeno común. Y facilitó la interpretación de los enlaces numerando los átomos de carbono de la piranosa, asignando el número 1 al grupo aldehído. En la sacarosa se unen el OH del número 1 de la glucosa con el OH del número 2 de la fructosa. La diferencia de estructura entre dos disacáridos, por ejemplo entre maltosa y celobiosa, estriba en que los isómeros se unen de manera diferente: la alfa maltosa procede de la unión de dos alfa glucopiranosa y la beta celobiosa de dos moléculas de beta glucopiranosa. En los polisacáridos, dos pares de moléculas de maltosa se unen en el almidón y en el glicógeno;  en la celulosa se unen dos unidades de celobiosa. Pero, ¿cuál es la longitud de las cadenas de los polisacáridos?, se preguntó Harworth, y con el tratamiento suave de disgregación con ácido seguido de acetilación y metilación, dedujo que en el almidón las cadenas individuales terminan tras 26 o 30 unidades de alfa glucopiranosa. Estas cadenas están interconectadas por un enlace polimérico formando un complejo de peso molecular de un millón o más.        

Haworth informaba que Szent-Györgyi había aislado en 1928 la vitamina C, de fórmula C6H8O6 y punto de fusión 192ºC, un ácido monobásico y un poderoso agente reductor. Haworth lo llamó ácido ascórbico y estableció su estructura: era la lactona del ácido 2-ceto-l-glucónico.  Lo sintetizó mediante dos procedimientos, el más sencillo consistió en la oxidación de la l-sorbosa (procedente del d-sorbitol) con ácido nítrico en condiciones controladas, obteniendo ácido 2-ceto-l-glucónico: su éster metílico da la sal sódica del ácido ascórbico cuando se trata con metóxido de sodio. La síntesis de la vitamina C abarató considerablemente la producción comercial.

Las últimas investigaciones de Sir Walter contribuyeron a la coordinación entre la física, la química y la biología en los problemas relativos a los polisacáridos constituyentes de la membrana externa de las bacterias.    

  

      

 

            

  

RAMSAY y MOISSAN: Identificación de elementos químicos

 

Sir William Ramsay (1852, Glasgow – 1916, Buckinghamshire) obtuvo en 1904 el premio Nobel de Química “en reconocimiento de sus servicios en el descubrimiento de los elementos gaseosos inertes en el aire, y la determinación de su posición en el sistema periódico”. En el mismo año, John William Stroutt, Lord Rayleigh (!842 – 1919, Reino Unido), recibió el premio Nobel de Física “por sus investigaciones de las densidades de los gases más importantes y por el descubrimiento del argón en conexión con estos estudios”…en colaboración con Ramsay. Este heredó la afición por la química de sus abuelos paterno y materno. De joven trabajó como soplador de vidrio, lo que le sirvió más tarde para fabricarse sus aparatos. Estudió con Bunsen en Heidelberg, se doctoró en 1873 y fue nombrado profesor en la Universidad de Londres en 1887. Sus investigaciones comenzaron con el estudio de la acción fisiológica de los alcaloides, logrando establecer la relación de estos con la piridina, pero se pasó al estudio de los gases. En su conferencia del Nobel titulada “Los gases raros en la atmósfera” hizo una relación pormenorizada de su investigación. En ella nos cuenta que Rayleigh encontró una diferencia entre el peso atómico del nitrógeno de los compuestos químicos y el que había medido en el nitrógeno libre de la atmósfera. A este dato Ramsay sumó el de una publicación de Cavendish en la que advertía de la existencia de un residuo que había detectado al hacer la reacción en arco eléctrico del nitrógeno con exceso de oxígeno. Con estos datos, pensó que el nitrógeno atmosférico estaba contaminado por un gas más pesado y consiguió aislarlo: suponía un 1% de la atmósfera y daba líneas espectrales que no se correspondían con las de los elementos conocidos; además era inerte, por lo que lo bautizó con el nombre de argón y le asignó valencia cero. Era el año 1894. Mientras tanto, se habían encontrado emanaciones de gas en minerales de uranio en las que Ramsay observó una línea amarilla en el espectro como la que Pierre Janssen había visto en el espectro solar durante un eclipse y que él atribuyó a un gas al que puso el nombre de helio por su origen. Ramsay encontró que el helio, como el argón , no reaccionaba, y demostró, midiendo sus calores específicos a volumen constante, que ambos gases eran monoatómicos. Las medidas de la densidad realizadas por Rayleigh determinaron que el helio era el gas más ligero conocido después del hidrógeno. Con estos datos, que señalaban la pertenencia de helio y argón a una nueva familia, se planteó el problema  de encontrar su ubicación en el sistema periódico, así como la necesidad de buscar otro elemento de un peso atómico intermedio entre los 4 del helio y los 40 del argón. Ramsay y Travers, su sucesor en la cátedra de Bristol, se dedicaron a recoger y destilar gases de múltiples procedencias durante los años 1896 y 97: en quince litros de argón encontraron el gas neón (nuevo), de peso atómico 20, que daba muchas líneas espectrales rojas, naranja y amarilla. Entretanto, un ingeniero llamado Hampton había construido una máquina mejorada para obtener aire líquido, con el que fueron capaces de obtener un nuevo gas de peso atómico 80 al que llamaron kriptón (oculto) y del que por fraccionamiento separaron el xenón (extraño). A partir de aquí, se dedicaron a obtener mayores cantidades de cada uno de los gases y licuarlos a bajas temperaturas y altas presiones. Incluso, Travers construyó un aparato para obtener hidrógeno líquido que les permitiera purificar los gases y determinar con mayor precisión sus constantes físicas. (Dieron 82 y 128 para los pesos atómicos de Kr y Xe).            

Posteriormente, Rutherford y Soddy investigaron un gas radiactivo e inerte que emanaba del torio, pero las deducciones del trabajo de Soddy y el propio Ramsay fueron especulativas. No obstante, en 1910, Ramsay consiguió detectar e identificar radón en las emisiones del radio, ¡completando así una familia de elementos y siendo la única persona capaz de realizar tal hazaña! (¿Y Travers no tuvo premio?) 

 

Ferdinand Frédéric Henry Moissan (1852 – 1907, París) obtuvo el premio Nobel de Química en 1906 “en reconocimiento de los grandes servicios rendidos en su investigación y aislamiento del elemento flúor, y por la aportación para la ciencia del horno eléctrico que lleva su nombre”. Después de ser aprendiz de boticario, llegó a farmacéutico en 1879. Fue profesor de Toxicología en 1886 y de Química Inorgánica en 1899 en la Escuela de Farmacia de París y profesor de Química Inorgánica en la Sorbona en 1900, sucediendo a Troost. Sus investigaciones atendieron en principio al intercambio de oxígeno y dióxido de carbono en las hojas de las plantas, pero su tesis doctoral, presentada en 1880, trató sobre la serie de reacciones del venenoso cianógeno. Dedicado cada vez más a la inorgánica, estudió los óxidos de hierro y cromo, las sales de cromo y los derivados orgánicos de fósforo y flúor. En 1886 consiguió su gran éxito, la obtención y aislamiento del flúor mediante la electrolisis de una disolución de fluoruro potásico en fluoruro de hidrógeno a -50ºC empleando un equipo de platino. Muchos químicos, entre ellos los influyentes Davy y Gay-Lussac, habían fracasado en el intento de obtener y aislar ese gas que lo atacaba todo…menos el platino. Moissan también hizo un estudio en profundidad de las propiedades y reacciones del flúor. En otra serie de investigaciones, en 1892, construyó un horno de arco eléctrico que alcanzaba los 3500ºC: el llamado horno de Moissan, con el que preparó carburos, siliciuros y boruros, descubrió el carborundo,  aisló numerosos metales y vaporizó sustancias consideradas infusibles. También intentó fabricar diamantes a partir de carbono, pero no lo consiguió porque no disponía de las grandes presiones necesarias, aunque un supuestamente  gracioso ayudante le metió pequeños diamantes para confundirlo. Dicen que le ganó el premio Nobel ¡a Mendeleiev! por un voto de diferencia. Murió de repente cuando volvía a París de recoger el premio. DEP.