Ernest Rutherford (1871, Nueva Zelanda – 1937, Inglaterra) recibió el premio Nobel de Química en 1908 “por sus investigaciones en la desintegración de elementos y en la química de las sustancias radiactivas”. Hijo de emigrantes escoceses en Nueva Zelanda, ayudaba a su padre en la granja. Estudiante aventajado, ganó una beca para la Universidad de Nueva Zelanda donde publicó dos artículos sobre ondas electromagnéticas que le valieron un premio escolar y una beca de ampliación de estudios en Cambridge. Allí, en 1895, trabajó en el laboratorio Cavendish con el profesor J.J.Thomson y publicó en el Philosophical Translation un artículo sobre la detección de ondas de radio. Animado por Thomson, estudió la acción de los rayos X sobre gases y midió la velocidad de los iones producidos y la tasa de recombinación de los iones positivos y negativos. Ese bagaje experimental le valió para comenzar a estudiar la radiactividad, como nos contó al detalle en su conferencia del Nobel titulada “La naturaleza química de las partículas alfa de las sustancias radiactivas”. Dijo que Becquerel había demostrado que la radiación del uranio emitía un cuerpo electrizado, y que él, en 1896, distinguió dos tipos, uno positivo y otro negativo, a los que llamó alfa y beta. Todas sus investigaciones las realizaba con aparatos sencillos, pero le llevaron a obtener resultados revolucionarios para una época en la que se creía que ya se sabía todo sobre la Física. Por ejemplo, demostró que los campos eléctricos y magnéticos deflactaban las partículas alfa, de modo que se podían determinar la velocidad y la relación carga/masa; así concluyó que el cuerpo alfa tenía una masa dos veces mayor que el hidrógeno. Geiger y él construyeron un aparato para contar las partículas alfa y deducir su carga. Finalmente, probó que las partículas alfa eran helio, recogiéndolas en un tubo de vacío y realizando el espectro. En 1911 Rutherford hizo su mayor contribución a la ciencia: la teoría nuclear del átomo. Geiger y Marsden le ayudaron a operar con el sencillo aparato en el que obligaban a pasar partículas alfa a través de una laminilla de oro, comprobando que una de cada diez mil era rebotada. Así dedujeron que el núcleo, cargado positivamente ocupaba la décima parte del átomo y que en el vacío circundante deberían colocarse los electrones. Con ayuda del joven Soddy había deducido que los elementos radiactivos se trasmutaban en otros diferentes, y en 1919 encontró que en la colisión entre un átomo de nitrógeno y una partícula alfa se producían oxígeno e hidrógeno, pero se trataba de una transmutación muy poco eficiente.
Lord Ernest Rutherford, barón de Nelson y Cambridge, tan celebrado como Newton y Faraday, ha sido considerado ‘padre de la energía nuclear’, aunque él no creía que la radiactividad pudiera ser controlada por el hombre. Murió antes de que su discípulo Otto Hahn descubriera la fusión nuclear.
Frederick Soddy (1877, Eastbourne – 1956, Brighton, RU) consiguió el premio Nobel de Química en 1921 “por sus contribuciones al conocimiento de la química de las sustancias radiactivas, y por sus investigaciones sobre el origen y naturaleza de los isótopos”. Después de graduarse en Oxford se fue a Montreal (Canadá) para trabajar bajo la tutela de Rutherford (1899) y desarrollaron la serie de desintegración radiactiva que empieza en el uranio: este emite una partícula subatómica y se transforma en un nuevo elemento que se vuelve a desintegrar; así se forma una secuencia que termina cuando se genera el plomo. En el caso del torio consideraron que tras la emisión sucesiva de partículas alfa y beta se formaban mesotorio1, mesotorio2, radiotorio, torioX, etcétera, nombrando los nuevos elementos con la nomenclatura de los años en los que todavía se ignoraba la existencia de los isótopos. En 1902, Soddy volvió a Inglaterra para trabajar con Ramsay: demostraron que se producía helio en la desintegración del radio. En la conferencia del Nobel, titulada “Los orígenes de la concepción de los isótopos”, Soddy hizo una relación de cómo fue avanzando el conocimiento de los isótopos. Entre los años 1905 y 1909 se reconocieron más de cuarenta elementos distintos, al menos, en sus propiedades radiactivas, ¿dónde colocar tantos elementos en el Sistema Periódico (SP)? Por otra parte, el hecho de que un elemento determinado no tenía un peso atómico entero indicaba que debían existir radio elementos idénticos. En 1913, Soddy definió los isótopos. Por ejemplo, los llamados mesotorio y radiotorio eran isótopos del radio, tenían el mismo número atómico pero diferían en el peso atómico: deberían colocarse en el mismo lugar del SP. Asimismo, definió (simultáneamente con Kasimir Fayans) la ley del desplazamiento: cuando un elemento emite una partícula alfa se transforma en un nuevo elemento con dos unidades menos de número atómico, retrocediendo dos posiciones en el SP, mientras que la emisión de una partícula beta conlleva el aumento de una unidad de número atómico y el adelanto de una posición en el SP. (Esta interpretación del papel del número atómico la extendió Moseley a todo el SP). Soddy manifestó que los isótopos eran versiones de un mismo elemento químico, con igual estructura electrónica e idéntica carga positiva en su núcleo, pero con masa diferente, por lo que sus características radiactivas eran diferentes. También dijo que nuevas investigaciones deben aclarar la química de los elementos radiactivos, las lagunas de las series radiactivas y la obtención de cantidades suficientes de los elementos puros para determinar con exactitud su peso atómico. Soddy acabó su disertación pronosticando que el próximo premio Nobel de Química sería adjudicado a estos temas.
Soddy profesó en la Universidad de Oxford desde 1919 hasta 1937, año en el que falleció su esposa y en el que se retiró de la cátedra y de la radiactividad. Fue considerado un tipo raro, era obstinado, amable con los estudiantes y picajoso con los colegas. Tras su retirada, se dedicó a la poesía matemática y a la economía: escribió un poema sobre ‘los círculos que se besan’ de Descartes y dos libros acerca del dinero que fueron muy controvertidos. Un individuo peculiar y muy inteligente.
Theodore William Richards (1868, Germantown, Penn. – 1928, Cambridge, Mass.) recibió el premio Nobel de Química en 1914 “en reconocimiento de sus exactas determinaciones del peso atómico de un gran número de elementos químicos”. Era hijo de un pintor de panoramas y marinas y de una poetisa. Se doctoró en 1888 en la Universidad de Harvard, donde fue profesor en1901 y decano en 1903. En sus investigaciones inventó el nefelómetro, un medidor de las partículas suspendidas en un gas o en un líquido, que empleó para poner de manifiesto la nociva humedad ocluida en gases y sólidos. Además, investigó sobre el volumen molecular y atómico, hizo medidas de la compresibilidad de muchos elementos y compuestos mediante nuevos métodos y técnicas, introdujo el uso de las temperaturas de transición de sales hidratadas como puntos fijos en la estandarización de los termómetros y estableció los fundamentos del calorímetro adiabático. Pero su trabajo más impactante fue la determinación exacta de los pesos atómicos de unos sesenta elementos químicos con métodos electromagnéticos, medidas que constituyeron la prueba experimental de las predicciones de Soddy. Así lo expuso en su lección magistral del Nobel, titulada simplemente “Pesos atómicos”. En ella se declaró un modesto seguidor de Berzelius y dijo que el Sistema Periódico era nuestra Piedra Rosetta. Richards contó que en su primera investigación en Harvard como ayudante del profesor J.P.Cooke dedujeron que si el peso del oxígeno es 16,000, el del hidrógeno no es 1, sino 1,008. Se encontró, para realizar las medidas, con la necesidad de trabajar con elementos puros o, en su defecto, con compuestos de gran pureza. Una tarea muy difícil, enfatizó. A continuación expuso algunas de sus conclusiones: Los pesos atómicos del cobre medidos en dos localizaciones distantes, EEUU y Alemania, dieron el mismo valor. Si se hacen los experimentos adecuados, la relación entre los pesos atómicos y los equivalentes electroquímicos cumplen perfectamente la ley de Faraday. El cobalto tiene un peso atómico mayor que el níquel, aunque le precede en el SP. El hierro de los meteoritos tiene igual peso que el hierro terrestre. El plomo radiactivo dio un peso mayor que el plomo común, quizá por la presencia de isótopos radiactivos. Y así sucesivamente en su extensa investigación.
Francis William Aston (1877, Harborn – 1945, Cambridge, RU) ganó en 1922, como predijo Soddy, el premio Nobel de Química “por el descubrimiento mediante su espectrógrafo de masas de los isótopos de un gran número de elementos no radiactivos, y por su enunciado de la regla del número entero”. En la Universidad de Birmingham, donde estudió química y física, investigó acerca de las propiedades ópticas de los derivados del ácido tartárico y construyó nuevos tipos de bombas para hacer el vacío. En 1909 entró a trabajar como ayudante de J.J.Thomson en el laboratorio Cavendish y dedicándose al estudio del comportamiento del neón en un campo electromagnético dedujo la existencia de dos isótopos. Después del impasse de la gran guerra se dedicó a mejorar el aparato de Thomson y creó el espectrógrafo de masas. Así nos lo contó en su conferencia del Nobel, titulada “Espectro de masas e isótopos”: Un haz de rayos positivos, generado mediante una descarga eléctrica después de alcanzar la superficie del cátodo, entran en un tubo muy fino de metal. El haz es sometido a la deflexión provocada por campos magnéticos y eléctricos perpendiculares entre sí, cayendo finalmente sobre una pantalla de material fluorescente o una placa fotográfica. La trayectoria de todas las partículas con la misma relación e/m pero de velocidad variable será una parábola. (e es la carga electrónica o un múltiplo de ella y m la masa). Las medidas de las posiciones relativas de las parábolas en la placa permite calcular las masas de las partículas que las producen, esto es, la masa de los átomos individuales. Aston encontró que los iones positivos del neón se desviaban en dos líneas, una correspondiente a 20 y otra a 22 de masa, y dedujo, además, que los iones de 20 eran diez veces más numerosos, con lo que el peso atómico promedio del neón resultaba ser de 20,2. Después encontró los isótopos 35 y 37 del cloro en proporción de tres a uno, cuya media es 35,5, la masa atómica del cloro. Aston siguió perfeccionando el espectrógrafo e introduciendo en el aparato señales de referencia, llegando a descubrir 212 nuevos isótopos naturales y configurando una tabla de 42 elementos químicos con el número atómico, el peso atómico y los isótopos de cada uno con sus masas correspondientes. Demostró, además, que los números de masa de los isótopos individuales deferían muy poco de los números enteros y fue capaz de evaluar esa pequeña diferencia. Más tarde, W.D.Harkins aclaró que las discrepancias se debían a la energía de enlace de las partículas que constituían el núcleo atómico. ¿Podría ser dominada esa energía nuclear? Francis William Aston, practicante asiduo de varios deportes y músico notable dominador del violín, el chelo y el piano, creía que sí. Vivió justo lo suficiente para ver estallar las bombas atómicas.