Emil Adolf Behring (1854, Hansdorf, Prusia- 1917, Marburg, Alemania) ganó el primer premio Nobel en Fisiología o Medicina 1901 «por su trabajo sobre la terapia del suero, especialmente por su aplicación contra la difteria, mediante la cual ha abierto una nueva ruta en el dominio de la ciencia médica y ha puesto en manos de los médicos un arma victoriosa contra la enfermedad y la muerte».
Estudió, por falta de medios, en el Army Medical College de Berlín, licenciándose hacia 1880. Realizó el doctorado bajo la dirección de Koch y en 1885 alcanzó la plaza de Profesor de Higiene en la Universidad de Marburg. Behring se dedicó a luchar contra la difteria, una epidemia que aparecía y desaparecía en ciclos de distinta duración produciendo muertes de familias enteras. Loffler había establecido em 1883 que la difteria era producida por bacterias (o bacilos) y Behring investigó el modo de neutralizar la toxina que emitían los microbios. Trabajando con Kitasato Shibasaburo demostró que es posible proveer a un animal de inmunidad pasiva contra el tétano inyectándole suero de otro animal infectado. Luego aplicó la técnica de inmunidad antitóxica para prevenir la difteria: la administración de la antitoxina de la difteria se comercializó en 1892, llegando a ser rutinaria en el tratamiento de la enfermedad.
En su discurso de aceptación del premio Nobel, titulado «Terapia del suero en terapéutica y ciencia médica», Behring proclamó que sin el trabajo preliminar de Lóffler y Roux no habría tratamiento antidifteria. Dijo que los bacilos de la difteria llegan probablemente a través de la respiración y se localizan en las pequeñas cavidades de las amígdalas excretando venenos que ingresan en la corriente sanguínea y dan lugar a los síntomas inflamatorios de la laringe y faringe. Pero si se inyecta en la sangre suero de la difteria como antitoxina cuando el bacilo aún no ha iniciado su acción inflamatoria actuará preventiva y profilácticamente y la inflamación no aparecerá. Behring afirmó que la antitoxina no puede neutralizar el veneno que ha penetrado en las células del cuerpo y se ha establecido allí. También dijo que esta terapia es un método parecido a la vacuna de la viruela de Jenner, al tratamiento de Pasteur de la hidrofobia y a la terapia tuberculina de Koch, ya que la sueroterapia actúa a través de anticuerpos. Behring recordó sus trabajos sobre la tuberculosis en el ganado, señalando que, según Koch, el bacilo es diferente del de los humanos; pero él demostró que sometiendo a un largo cultivo en laboratorio el bacilo humano podía ser capaz de infectar al ganado. Hizo un extenso muestreo por distintas zonas geográficas y encontró que la reacción a la tuberculina variaba desde el uno al cuarenta por ciento según las localidades. Además, dedujo que se requería una larga convivencia para que la enfermedad pasase de un individuo a otro. Y esperaba conseguir la inmunización a la tuberculosis del ganado (vacuno) empleando para la investigación los recursos económicos dotados por la Fundación Nobel.
Ilya Ilyich Méchnikov (1845, Jarkov, Ucrania – 1916, París) obtuvo la mitad del premio Nobel de Fisiología o Medicina 1908 «en reconocimiento por su trabajo sobre la inmunidad». Microbiólogo de la Universidad de Jarkov, alcanzó el grado de Profesor Titular de Zoología de la Universidad de Odesa en 1870. Su primera esposa, Ludmilla Feodorovich, murió en 1873 de una tuberculosis que él no pudo curar. En su desesperación intentó suicidarse. Su segunda esposa, Olga, enfermó de fiebres tifoideas en 1880 y él se inoculó su sangre; ninguno de los dos llegó a morir. Méchnikov, estudiando células de la larva de estrellas de mar relacionadas con la digestión, observó que rodeaban y engullían partículas de tinte rojo que él había introducido en el cuerpo de la larva y las destruía. A esas células las llamó fagocitos. Por ellos abandonó el pesimismo. En 1888 se trasladó al Instituto Pasteur de París del que llegó a ser director con el tiempo. Estableció que los fagocitos eran la primera línea de defensa contra la infección aguda en la mayoría de los animales: eran las células blancas o leucocitos. En su última década se dedicó al estudio de la prevención del envejecimiento, que él creía producto de eyecciones bacterianas, mediante la ingesta del ácido láctico de la leche fermentada. Murió de ataques a un corazón perturbado por la Gran Guerra.
En su lección del Nobel, titulada «Estudio actual del problema de la inmunidad en las enfermedades infecciosas» habló de su investigación en el Instituto Pasteur sobre la resistencia a la enfermedad. Para ello, observaba en el microscopio cómo transcurría la digestión en pequeñas larvas vivas transparentes. Clavó espinas en el cuerpo de las larvas y vio células que se movían y las rodeaban; sucedía lo mismo si en vez de un cuerpo extraño actuaba un microbio patógeno: así lo observó en las pulgas de mar, pequeños crustáceos de playa, que ponían en movimiento sus células defensivas para devorar las esporas emitidas por los microbios. Era estudiar en vivo la inflamación en su primer estadio. Después pasó a investigar en los humanos y animales grandes. Llamó fagocitos a las células blancas y fagocitosis al proceso de defensa. Demostró, trabajando con los bacilos del antrax, que tras la vacunación estos procesos no existen o están muy atenuados; hecho que extendió como regla general a todas las infecciones muy peligrosas. (Méchnikov se refirió con una cierta extensión a las ideas de Paul Ehrlich sobre la fagocitosis: los amboceptores -anticuerpos- y su complemento, un conjunto al que llamaron opsonina, impregna al microbio y lo hace presa fácil de los leucocitos). Como conclusión a su discurso, Méchnikov dijo que el aumento de la capacidad defensiva de un organismo se debe al aumento en la producción de fagocitos y que los leucocitos de un organismo inmunizado protegen a otro organismo. El sistema de fagos en la inmunidad es ahora doctrina, dijo, una doctrina de la que han emergido métodos terapéuticos: reforzar la reacción de los fagos, activar la fagocitosis para aumentar la inmunidad.
Paul Ehrlich (1854, Strzelin, Prusia – 1915, Bad Homberg, Alemania) recibió la mitad del premio Nobel en Fisiología o Medicina 1908 «en reconocimiento a su trabajo sobre la inmunidad». En 1878 se doctoró con un estudio sobre la teoría y práctica del teñido de tejidos animales empleando los tintes de anilina de W. H. Perkin. También consiguió teñir el bacilo de la tuberculosis descubierto por Koch, propiciando así su detección con el microscopio. Entre 1879 y 1883 publicó treinta y siete comunicaciones científicas, entre ellas: el empleo del azul de metileno para el tratamiento de los desórdenes nerviosos, una reacción química para detectar en la orina enfermos de tifus, medicamentos contra la fiebre y contra enfermedades oculares. Él consideró que la más importante de todas ellas era la relativa al consumo de oxígeno por los distintos tejidos. Ehrlich, de religión judía, tuvo tiempo de casarse, tener dos hijas y enfermar de tuberculosis por sus manejos con el bacilo de Koch. Hacia 1889 formuló una teoría de la inmunidad basada en la existencia y labor de las cadenas laterales que toda célula posee. Dichas cadenas se comportan como receptores que absorben y asimilan nutrientes. También absorben sustancias tóxicas producidas por bacterias que solamente actúan sobre la célula si se combinan con la cadena lateral. En ese caso, el organismo afectado produce muchas cadenas laterales que previenen la infección e inmunizan el organismo. Ehrlich demostró, empleando conejos como cobayas, que estos animales, sometidos a una lenta y creciente dosis de material tóxico, llegaban a tolerar dosis cinco mil veces mayores que la letal. E.A. Behring aprovechó la técnica para preparar suero con efectividad antitóxica a partir de la sangre de caballos inmunizados. Pero muchas infecciones no respondían al tratamiento del suero, entre ellas las producidas por protozoos y Ehrlich se vio obligado a inventar la quimioterapia, a encontrar sustancias químicas con especial afinidad a los organismos patógenos. Con la colaboración de Kitasato y S. Hata empleó compuestos organoarsénicos para combatir la espiroqueta ‘treponema pallidum’ de la sífilis y los comercializaron con el nombre de Salvarsan y Neosalvarsan.
En su lección del Nobel, titulada «Funciones parciales de la célula», Ehrlich explicó que cada toxina tiene su antitoxina específica que la neutraliza encajando una en otra como llave y cerradura. La sustancia tóxica se adhiere al receptor mediante grupos químicos que deben ser idénticos a los de la antitoxina formando un complejo celular. También dijo que existía una diferencia colosal entre la cantidad de veneno inyectada y la antitoxina producida: de una parte a millones, lo cual lleva a la posibilidad de producir anticuerpos mediante una reacción química específica. Con respecto a los compuestos de arsénico trivalente empleados contra los tripanosomas citó dos: el óxido arsénico p-aminofenol y el diaminoarsenobenceno que matan, en el tubo de ensayo y en el organismo, en disoluciones de uno en un millón.