Archivo por meses: junio 2024

Pla, Vázquez Montalbán y Cela: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (9)

PLA

Josep Pla, nacido en Palafrugell (Girona) en 1896, murió en 1981. Según él mismo, fue un modesto escritor de memorias. Como periodista y corresponsal recorrió buena parte del mundo y nos dejó una ‘Obra completa’ de 45 volúmenes. Durante la Guerra Civil huyó de la zona republicana (de Cataluña) y volvió en 1939,escribiendo, forzosamente, en castellano. En ‘La huida del tiempo’, publicada en 1945, repasa el transcurso de un año semana tras semana, pegado al terreno, al clima, a los alimentos… con añoranza de tiempos pasados y sin mención alguna a la guerra, pero sí a sus carencias: «Ahora los ayunos han sido casi todos suprimidos, porque en esta época (de estraperlo) serían una redundancia». «Mi único anhelo es vivir tranquilo y apartado con la sana intención de evitar que algún genio pretenda catequizarme y salvarme».

Muy preocupado por la astronomía, de descubrirla y enseñarla: «El Sol no sale nunca por el mismo sitio». «Si no existiera la declinación de la Tierra, cada lugar tendría la misma estación todo el año: verano tórrido en el Ecuador, invierno helado en los polos… (la vida sería imposible)». «En nuestro hemisferio, las máximas declinaciones se corresponden con el solsticio de verano (días más largos en el 21 de junio, aproximadamente por San Juan) y con el solsticio de invierno (noches más largas en Navidad). Las declinaciones mínimas se corresponden con el equinoccio de primavera (hacia el 21 de marzo, San José) y con el equinoccio de otoño (hacia el 21 de septiembre, la Merced en Cataluña y San Mateo en Castilla), cuando la duración de noches y días es igual». «Los equinoccios son tiempos de desarreglos atmosféricos y los solsticios, de desarreglos humanos».

También se muestra Pla preocupado por los alimentos: «¿Por qué el vino es tan malo en España? ¿Cuándo tendremos un vino para beber en la mesa, suave, de pocos grados, uniforme, constante, seco y relativamente barato?» «Los animales no deben comerse inmediatamente después de muertos. Hay que dejar que la glucosa se convierta en ácido láctico».

Y hace algo de crítica social: «Los payeses hablan, no para hacerse entender, sino para no ser comprendidos». «Las hormigas son voraces y sus instintos de rapiña son universales. La fábula de La Fontaine contribuyó a crear un burgués ávido, hormiguero y avaro». «La cultura no es cosa de libros, de enciclopedias y de razonamientos, es cosa de bondad, de generosidad, de hospitalidad y tolerancia». «(Conocí) un poeta que cometía elegías».

VÁZQUEZ MONTALBÁN

El escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán, nacido en 1939, muere en el 2003 en el aeropuerto de Bangkok de un infarto. Manolo V, com firmaba sus columnas en periódicos y revistas de izquierdas, publicó ensayos psicológicos y políticos hasta que se cansó y empezó a escribir novelas policíacas con el investigador privado Pepe Carvalho como protagonista, el más famoso personaje de la literatura negra escrita en lengua castellana. Carvalho, gourmet y cocinero reproductor de toda suerte de recetas, encendía el fuego con los sesudos libros de ensayos firmados por famosos autores de los que estaba bien provista su poblada biblioteca. (¡Ah, qué satisfactoria es la venganza!).

No obstante, Vázquez Montalbán no olvida a Manolo V. Estos son algunos ejemplos: «Se metió en un bar frankfurt lleno de jóvenes colgados de un hot dog de salchicha diríase de plástico… el odio por aquel tipo de establecimientos, a su juicio tan corruptores de la juventud como la droga o los padres tontos». (‘La Rosa de Alejandría’, 1984). «En Tailandia, la droga sigue siendo un problema, porque es un negocio y una necesidad. La droga es necesaria, y perseguir la droga también es necesario» (‘Milenio Carvalho II. En las antípodas, 2004). «Aunque Bali es una isla mayoritariamente hinduísta, Indonesia es el país musulmán más poblado del mundo, y hasta ahora parecían dominar el islamismo los musulmanes moderados, que se habrán quedado sin motivos a la vista del comportamiento norteamericano» (Ibid.) «La burocracia soviética llegó a situar la economía por encima de la persona. Había que cumplir los planes quinquenales independientemente de que aportaran bienestar económico a las personas. La finalidad capitalista es muy parecida, pero no está orientada a que a los burócratas les salgan las cuentas, sino a que salgan a quienes controlan el sistema. (El premio, 1996). «Un país donde debían apuntarse en una lista de espera para conseguir un limpiaparabrisas de repuesto para un coche que se caía a pedazos. Cuando Gorvachov empezó la reforma sabíamos que aquello se terminaba… empezaron a salir aventureros del dinero y de la política, gánsters, mafias, a veces procedentes del PCUS… el país estaba, está, arruinado, a causa de una mal planificada economía belicista que los norteamericanos habían forzado mediante la guerra de las galaxias… un país que del pleno empleo más o menos quimérico pasó a un treinta por ciento de parados» (‘Milenio Carvalho I. Rumbo a Kabul, 2004).

CELA

El escritor español Camilo José Cela fue galardonado con el premio Nobel de literatura en 1989. Nació en la aldea gallega de Iría Flavia en1912, hijo de Camilo Cela y Camila Trulock, con lo que heredó una mezcla de genes gallegos, ingleses, galeses e italianos. En su juventud se encontró con las dos Españas; los fascistas matan al teniente de Asalto José Castillo, enterrado en el cementerio civil, y sus compañeros matan, al no encontrar a Gil Robles, al diputado Calvo Sotelo, que es enterrado en el cementerio católico. El 18 de julio, festividad de San Camilo, estalla la guerra civil. Cela es declarado inútil total por padecer tuberculosis (en 1943 publicó ‘Pabellón de reposo’). No obstante, se pasó desde Madrid a la zona ‘nacional’, se presentó voluntario y fue herido accidentalmente en Logroño cuando era enviado al frente de Aragón. Tras la guerra se postuló como delator en Madrid: no fue admitido, pero Juan Aparicio, el factotum de la censura y creador del lema ‘España, Una, Grande, Libre’, le puso a sus órdenes para censurar revistas de escasa conflictividad.

Para el hispanista y socialista Ian Gibson, su parcial biógrafo (?), «Cela es indiferente a la religión, enemigo del PSOE… un macho ibérico, pelotillero del poder, para el que la mayor felicidad que nos espera en este valle de lágrimas es la sexualidad… (Por su afición a las putas) es el Toulouse Lautrec de la literatura española… Además, es un tímido y, en el fondo, un sentimental… El Gran Masturbador (Dalí) y El Gran Jodedor (Cela) no se metían con el franquismo». Dionisio Ridruejo resalta en Cela «su estrategia de la fama, el culto a la personalidad y la voluntad imperativa». Según Marsé «es un déspota que manda mucho». Y Gregorio Marañón le apoya para su ingreso en la Real Academia. (¡Qué personalidad tan fuerte y controvertida!).

Según la Academia sueca, Cela mereció el premio Nobel «por una prosa rica e intensa, que con refrenada compasión configura una visión provocadora del desamparado ser humano», frase que parece dedicada en exclusiva a ‘La familia de Pascual Duarte’, novela que supuestamente germinó en la guerra, durante la estancia de Cela en Torremejía, un pueblo cercano a Mérida. Pero Cela es mucho más que ‘Pascual Duarte’. Para el poeta y crítico catalán Pere Gimferrer «lo esencial de Cela reside en sus novelas… por primera vez se ha galardonado (con el Nobel) a un narrador español… (ya que) antes se premiaron a dos dramaturgos y dos poetas». Gimferrer señala tres etapas en la obra novelística de Cela: la primera, significada por ‘La familia de Pascual Duarte’ y ‘La colmena’, metáforas de la barbarie española y el desamparo posterior a la guerra; la segunda, con ‘San Camilo 1936’, donde narra la gestación e inicios de la guerra en un alucinante monólogo que representa la cima del arte de Cela, y ‘Oficio e tinieblas 5’, un canto al amor carnal; y la tercera, en la que Cela vuelve renovado, exhibiendo su magisterio con ‘Mazurca para dos muertos’ y ‘Cristo versus Arizona’.

(Pero el que esto escribe se queda con el caminante, con el sabio del léxico de ‘Viaje a la Alcarria’ y ‘Judíos, moros y cristianos’).

Canetti y Capote: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (8)

CANETTI

El premio Nobel de literatura se lo concedieron a Elías Canetti, nacido en Bulgaria en 1905. Sus abuelos eran sefardíes y tenían orgullo de superioridad sobre otros judíos ‘menos aristocráticos’ que los españoles; pero para él: «La muerte de Cristo en la cruz bastó para que no me convirtiera en un judío ortodoxo» y comiera cerdo. Acabó los estudios de química, aunque los despreciaba, para satisfacer el deseo de utilitarismo de su madre viuda, pero le gustó el conocimiento de los venenos, lo fácil que era hacerse con cianuro.

En sus memorias: ‘La lengua absuelta’, ‘El juego de ojos’, ‘La antorcha al oído’, y ‘Los años ingleses’, que no cubren toda su vida, dice que con su técnica de escuchar atentamente y con gran paciencia, similar a la de un psicoanalista freudiano (aunque no simpatizaba con las teorías de Freud), pudo repasar la personalidad de mucha gente. Además, emite opiniones sobre literatos y filósofos. Dice: «De Platón me alejaba la teoría de las ideas, que hace del mundo una apariencia. Aristóteles es el omnisciente que lo clasifica todo». «William Blake, uno de los poetas más maravillosos de la lengua inglesa y de todas las lenguas». «Goya, el primer y más grande pintor moderno». «Woyzeck, de Büchner, lo más grande escrito en alemán sobre los pobres y oprimidos». «Me parecía que no podía haber en toda la literatura nada comparable a ‘El hombre sin atributos’, la gran obra de Musil» (que era físico). «Brecht, muy flaco y con cara de hambre, vestido proletario, aspecto de alguien que siempre había sido viejo… Emocionado por sus poemas, lo que yo había escrito se volvió polvo y cenizas… (proporcionaba) veredictos ásperos, eran pocos los que se salvaban de sus tiros». «Entre las naciones cultas, los ingleses son los que rechazan a los extranjeros con más violencia. Según Enoch Powell, defensor de una política racista, correrían ríos de sangre en una guerra civil entre ingleses e inmigrantes». «Un hombre muy bajito, que a pesar de su edad se mantenía muy erguido. En lugar de ‘Duke of Bedford’, quería ser únicamente el filósofo Bertrand Russell. Su conversación ers ingeniosa y extremadamente viva… con una risa destemplada de macho cabrío». «John Desmond Bernal, comunista, descendiente de los españoles náufragos de la Armada Invencible que se refugiaron en Irlanda». «Margaret Thatcher, ‘institutriz’ que contribuyó con sus prédicas a la sustitución de la hipocresía británica por el egoísmo».

CAPOTE

Truman Streofkus Persons adoptó el apellido Capote de su padrastro cubano. Nacido en Nueva Orleans, se dedicó al periodismo y llegó a la fama internacional por sus novelas ‘A sangre fría’, sobre el crimen real de dos sociópatas condenados a muerte, y ‘Desayuno en Tiffany´s’, sobre la vida de una prostituta en Manhattan, ambas llevadas al cine. Homosexual (le decepcionó Errol Flynn, pareja de Tyrone Power, como amante), alcohólico («soy bebedor porque empiezo el día en blanco») y epiléptico, tomaba muchos tranquilizantes y murió en 1984, a los cincuenta y nueve años de edad, mientras dormía.

Escrudiñador de personas y cosas, sensacionalista («tengo el tamaño de un revolver y soy igual de ruidoso»)´escribió un buen puñado de ‘Retratos’: «En los aviones no se viaja, te transportan como si fueras un paquete». «Los japoneses, con más color que los chinos, no tienen el sonido ele». «El ejército norteamericano tuvo a Ezra Pound encerrado durante semanas en una jaula al aire libre en Pisa». «Norman Mailer nunca fue un buen novelista, sí un buen crítico literario». «Hemingway, una engañifa, un super machista». «Para Brando, Barrault era el mejor actor, ‘Les enfants du paradis’ su película preferida, James Dean, un enfermo imitador suyo». «Tennessee Williams se ahogó con un tapón de plástico mientras tomaba barbitúricos. Tuvo un amante marido». «Bogart interpretaba siempre el mismo papel». «Cocteau, una criatura vastamente imaginativa pero vivazmente falsa. Eterno pilluelo que hizo de todo. Introductor y catalizador de las ideas y talentos de otros»… Etcétera…

Mujica, Cortázar y Borges: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (7)

El bonaerense Manuel ‘Manucho’ Mujica Láinez descendía de los Mujica de Villafranca de Oria (Guipuzcoa), transformados en estancieros argentinos, y de los Láinez, de la alta burguesía de Buenos Aires. Tras cursar dos años de Derecho y ser funcionario del Museo del Arte, fue corresponsal del diario La Nación hasta su jubilación. En su infancia fue mimado por las mujeres de su familia, como expone en la ficción de su novela ‘Los Ídolos’. A pesar del ambiguo erotismo que muestra en sus obras y de su casi evidente homosexualidad, hizo una boda aristocrática y vivió como un aristócrata decadente; para la izquierda, como un símbolo detestable de la sociedad. Fue un dandi que se paseaba por Buenos Aires «rodeado de adláteres y efebos vestido con elegancia extravagante» y que vivió con Borges «el declive de su clase y la lucidez para atestiguarlo». Ortega y Gasset, que convivió una temporada con los bonaerenses, hizo un retrato del burgués prototipo: «demasiado repulido, sólo fachada, superlativamente frívolo, nos muestra su posición social como se muestra un monumento, una vida imaginaria…» La última publicación de su vida, ‘Un novelista en el Museo del Prado’, la escribió en su estancia ‘El Paraíso’ apartado ya de los exhibicionismos. En ella saca a paseo nocturno a los personajes representados en los cuadros del museo. El antiguo funcionario del Museo del Arte demuestra un exhaustivo conocimiento del Prado y su preferencia hacia Velázquez, Goya, Bosch y Durero. Mujica murió en 1984, setenta y cuatro años después de su nacimiento.

CORTÁZAR

Mucha mayor relevancia internacional que Mujica tuvo su compatriota Julio Cortázar Denis, nacido en Bruselas en 1914, hijo del agregado cultural de la embajada argentina. Estudió magisterio, tradujo a Poe, Defoe y Yourcenar y fue profesor de literatura de instituto hasta que se marchó a Francia a la llegada del peronismo. Su obra cumbre, ‘Rayuela’, es una antinovela experimental en la que pide al lector que empiece por donde quiera. Más asequibles son sus cuentos, algunos de los cuales han sido utilizados por directores eminentes para escribir los guiones de sus películas. Antonioni se basó en ‘Las babas del diablo’ para su ‘Blowup’ (ampliación fotográfica que cambia el significado de la acción), y Chabrol en ‘Los buenos servicios’ para su ‘M. Bébé’. ‘El perseguidor’, un cuento basado en los últimos días del saxo alto Charlie ‘Yardbird’ Parker, creador del bebop jazz, lo usó Clint Eastwood para su película ‘Bird’. Cortázar murió en 1984, setenta años después de su nacimiento.

BORGES

En 1986 muere un intocable sin premio Nobel: el poeta, narrador y ensayista argentino Jorge Luis Borges, ciego total desde los cincuenta y cinco años de edad (murió a los ochenta y siete). En España se apuntó, junto a César Vallejo, Gerardo Diego y otros, al movimiento ultraísta, en contra del modernismo de la generación del 98, pero lo abandonó después. No logró el reconocimiento internacional hasta que fue muy mayor: en 1961, cuando ganó el premio Formentor compartido con Samuel Beckett. Para algunos de sus ensayos, más bien cortos, de un centenar de pequeñas páginas con grandes letras, llenos de citas y abundante bibliografía, utiliza títulos espectaculares, como ‘Historia Universal de la Infamia’ o ‘Historia de la Eternidad’. En estos dice que «lo esencial del universo es la vacuidad» y admite que, en su juventud, había sentido la eternidad en una esquina perdida de Buenos Aires. (¡Merecería tantas y tan extensas citas!).

Koestler y Brenan: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (6)

KOESTLER

Arthur Koestler, de familia judía, nació en Hungría en 1905. Pasó del sionismo antisocialista al comunismo. Trabajó como periodista en New Chronicle inglés y se nacionalizó británico en 1948. En su primer viaje a España en guerra entró desde Lisboa recomendado por Nicolás Franco y, por intermedio del capitán Bolín (el que contrato el Dragón Rapide, en el que Francisco Franco voló a la península para comandar la sublevación contra la República) entrevistó al general Queipo de Llano. Cuando Bolín se enteró que Koestler era un espía que quería demostrar la intervención de Alemania e Italia en la guerra civil, le hizo huir (le mataré como a un perro, dijo). En el segundo viaje a España, Koestler recogió documentación en Madrid. En el tercero, Bolín le atrapó en Málaga y le aprisionó. Fue liberado mediante un canje con la mujer del famoso aviador franquista capitán Haya.

Cuenta sus experiencias en la cárcel en ‘Diálogo con la muerte. Un testamento español’, donde se lee: «Naturalmente, todo el mundo sabe que algún día morirá. Pero saberlo es una cosa y creer en ello, otra». «Dos métodos para paliar el sufrimiento: repetir el mismo verso treinta o cuarenta veces durante una hora (como el rosario) hasta entrar en un ligero trance; y la especulación abstracta, la fusión de mi miseria personal con la miseria biológica del universo». «De pronto me pareció comprender por qué la doctrina anarquista es tan popular en España. Solo hay que romper la dura cáscara de las instituciones para disfrutar el delicioso sabor de la naturaleza humana». «Hay una buena dosis de fatalismo oriental en la manera española de conducir la guerra, en ambos lados. Otras guerras consisten en una sucesión de batallas, ésta es una sucesión de tragedias». «Málaga se ha rendido. Todo sucedió en un silencio terrible, sin ruido, sin dramatismo. Sin saberlo, mientras dormíamos, nos habían entregado a la misericordia del general Franco». «Los jefes culpables de la ciudad, que habían abandonado a sus hombres, pasaron por un consejo de guerra. El gobierno culpable de Largo Caballero fue obligado a dimitir. Los gobiernos culpables de las democracias occidentales, que abandonaron a su suerte a la República Española, no fueron ni llevados a consejo de guerra ni obligados a dimitir, la Historia los juzgará. Pero eso no resucita a los muertos».

Koestler se hizo, después, antiestalinista y anticomunista, estuvo en una cárcel soviética donde pudo conocer los métodos del lavado de cerebro. En ‘El cero y el infinito’, se lee: «Nos parecíamos a los inquisidores porque perseguíamos los gérmenes del mal no solamente en los actos de los hombres, sino también en sus pensamientos». «No hay más que dos concepciones de la ética humana… Una, humanitaria, declara sagrado al individuo. La otra… un fin colectivo justifica todos los medios… exige que el individuo esté sacrificado a la comunidad».

En el final de su vida se dedicó a la ciencia y al misticismo. En ‘El abrazo del sapo’ se lee: «El biólogo austriaco Kammerer se negaba a aceptar la teoría darwiniana de la evolución basada en mutaciones casuales; creía que el vehículo principal de la evolución progresiva era la herencia de los caracteres adquiridos que Lamarck había postulado en 1809, es decir, que los cambios de adaptación experimentados por los padres eran preservados mediante la herencia y transmitidos a su descendencia». «Kammerer anunció que podía hacer que el sapo partero macho, que carecía de las protuberancias pigmentadas de negro (empleadas para sujetarse durante el apareamiento), las heredara de otros sapos… El experimento se demostró irrepetible… Las rugosidades negras supuestamente generadas por el sapo eran tinta china ¿Quién manipuló el espécimen?… Kammerer se disparó un tiro seis semanas después de la publicación, en Nature, del informe del conservador de reptiles G.K. Noble».

Enfermo de leucemia y parkinson, Koestler se suicidó en 1983.

BRENAN

En 1987 muere el hispanista británico nacido en Malta en 1894 Gerald Brenan, ‘don Geraldo’, autor de ‘El laberinto español’, ‘La literatura del pueblo español’, ‘Al sur de Granada’ y ‘San Juan de la Cruz’, entre otras. En su ‘Memoria personal 1920 – 1975’ explica «por qué he dedicado varios años de mi vida a escribir una autobiografía que no tenía intención de publicar… lo trágico de la vida es que olvidamos… la muerte verdadera es el olvido».

Brenan recuerda sus contactos con el famoso grupo de Bloomsbury y con sus personalidades más características, como Lytton Strachey, para quien «toda la religión era una perniciosa estupidez» y que rechazaba el ‘Ulises’ de Joyce, en el que «no había podido encontrar una sola frase inteligente»; o como Leonard Woolf, «el más inteligente de cualquier reunión, incluso si está presente Bertrand Russell»; y por supuesto Virginia Wolf y sus guerras: «vieja contra nueva generación, escritores contra pintores, hombres contra mujeres, temas que proporcionan la conversación más brillante y esotérica que puede escucharse en toda Inglaterra». Aunque no contaban con la admiración del economista Keynes: «Son insectos zapateros nadando grácilmente sobre la corriente».

Brenan convivió y conversó ampliamente con Bertrand Russell en España. He aquí algunas de sus impresiones: «Bertie era más bajo de lo que yo recordaba, de cara roja y pródigo en sonrisas, con sus ojos brillantes tenía el rostro con la expresión más viva que he visto nunca». «Su tono de voz seco y cortado servía para dar valor a cada palabra». «Consideraba a Aristóteles un pedante aburrido y a Platón muy perverso. Hegel, Nietzsche y Schopenhauer, inaceptables». «De los científicos y eruditos norteamericanos decía que todos eran especialistas y que tenían muy poca cultura general». «Lamentaba no haberse dedicado a la física, donde se estaban haciendo tantos descubrimientos importantes, en lugar de a la lógica simbólica, que no llevaba a ninguna parte». «Sentía horror por las represiones y crueldades institucionalizadas… es un gran hombre, con su poderoso intelecto y su capacidad para sentir».

Brenan vivió el comienzo de la guerra civil española en su gran casa de Churriana, muy próxima a Málaga, y lo cuenta: «Calvo Sotelo, líder de la extrema derecha y organizador político del levantamiento, fue asesinado por policías socialistas». «La república española había fracasado por falta de un programa social y por sus ataques a la Iglesia que la aliaron con los terratenientes». «La ideología dominante (de la clase obrera) era que todos los hombres tenían que ser iguales». «Los anarquistas eran los únicos revolucionarios que no prometían un aumento del nivel de vida. Ofrecían una mejora moral: la propia estimación y la libertad». «En Málaga, las iglesias tenían avisos escritos en las paredes: ‘respetad la propiedad del pueblo’ firmados por CNT y FAI. Las iglesias se utilizarían como lugares de reunión y cines». «Mientras Sevilla, Córdoba y Granada (en poder de los militares sublevados) estaban bañadas en sangre, en Málaga había salpicaduras… las ejecuciones empezaron ocho días después del alzamiento, como represalia a los ataques aéreos». «Los nacionalistas fusilaban a los afiliados a los sindicatos, porque, al estar en minoría, tenían que gobernar por el terror». «Los obreros mataban a los encarcelados al verse arrollados por los nacionales».

Brenan opina como Russell: «Creo que debemos tratar de cambiar las condiciones sociales de una manera gradual y usando la fuerza lo menos posible». Con respecto a su obra más ambiciosa, ‘El laberinto español´, dice: «Al terminar me di cuenta de que, en realidad, había escrito una crítica de las locuras e ilusiones de la izquierda, con cuyos objetivos básicos simpatizaba».

Asturias, Carpentier y García Márquez: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (5)

ASTURIAS

En 1974 muere en Madrid, a los setenta y cinco años de edad, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, novelista y diplomático, embajador en París, premio Lenin en 1966 y Nobel en 1967. Surrealista con André Breton, combinó en sus escritos el misticismo de los mayas con la protesta social. En su obra maestra, ‘Hombres de maíz’, publicada en 1949, nos dejó tantas palabras… «Clinudo, miltomatoso y hediondo a calentura, en camisa y cal sonio de manta de costal de harina, las marcas de la harina borrosas bajo los sobacos, por el fundis, sombrero de petate en forma de tumbilla, polainas de cuero y espuela sonta más al carculo que al calcañal escamoso»… «Regazón de árboles en matorrales hondos, masudos, bermejos bajo la luna color de acerola, y ampolladas por el viento sabanero que levantaba en los pajonales ariscos». M.A. Asturias incluye en la obra un glosario amplio, pero insuficiente.

En su última novela ‘Viernes de Dolores’, alterna el lenguaje culto, español, con el guatemalteco del pueblo. «¡Óiganse al zuhutil éste hablando castilla!». «Encimismita, el cielo». «El otro día vino a vernos un gringo que era profesor. Un gringo gente, porque hay gringos gentes, no todos son bestias».

Asturias cuenta una letrilla del canónigo: «Por zurrar de tren bajé,/ el tren se marchó sin mí,/ pero qué bien zurré/ de los gustos sin pecar/ y sin dejar a Dios ofendido/ el de sentarse a zurrar/ con el cigarro encendido». (El abuelo Vicente, ferroviario, leyó una letrilla parecida pintada en un retrete de estación que decía cagar en vez de zurrar). También reproduce canciones estudiantiles: «Contemplad los militares/ que en la paz carrera hicieron,/ vuestros jueces a millares/ que la justicia vendieron,/ vuestros curas monigotes/ que comercian con el credo/ y los políticos con brotes/ de farsa, interés y miedo».

CARPENTIER

En 1978 le concedieron el premio Cervantes al músico literato Alejo Carpentier, nacido en La Habana en 1904. Fue miembro de la embajada cubana en París, donde se unió durante algún tiempo al movimiento surrealista de André Breton. La novela ‘Los pasos perdidos’, publicada en 1953 y considerada su obra maestra, trata de la coexistencia de la civilización y los mitos en la cultura venezolana. En ella se pueden leer descripciones como ésta: «Estábamos sobre el espinazo de las Indias fabulosas, sobre una de sus vértebras, allí donde los filos andinos, medialunados entre sus picos flanqueantes, con algo de boca de pez sorbiendo las nieves, rompían y diezmaban los vientos que trataban de pasar de un océano a otro». Y los sentimientos que despierta en el autor el sonido del treno, el canto fúnebre ante una calamidad o desgracia: «Acabo de asistir al nacimiento de la música. He visto cómo la palabra emprendía su camino hacia el canto, sin llegar a él; he visto cómo la repetición de un mismo monosílabo originaba un ritmo cierto; he visto, en el juego de la voz real y de la voz fingida que obligaba al ensalmador a alternar dos alturas de tono, cómo podría originarse un tema musical de una práctica extrasensorial».

‘El Recurso del método’, novela de 1974, cuenta la historia de un tirano, fabricado con tiranos reales, de un país latinoamericano compuesto con países latinoamericanos reales: borracho, follador, evasor de divisas a Suiza, masacrador de levantiscos… y contrapuesto a la figura del Estudiante, un comunista luchador inteligente en la sombra. Carpentier nos ofrece tantas palabras… «Los chácharos y soldaderas se las arreglaban siempre para encontrar cerdos, novillos y gallinas… hallando botellas de cachaza, frascos de charanda, tinajas de guarapo fuerte y ciruelón… Y así había mitote, parranda y farra, en las noches de vivaque, con porfía de decimistas, músicas de cuatro, guitarra, maracas, furruco y tambor, mientras las mulatas y zambas, pardas y cholas, zapateaban a cual mejor, en compás de bamba, jarabe y marinera».

GARCÍA MÁRQUEZ

El colombiano Gabriel García Márquez, ‘Gabo’, recibe en 1982 el premio Nobel de literatura vestido de blanco liqui – liqui, mientras suena el ‘Tercer concierto para piano’ de Bela Bartok, que había escuchado mientras escribía ‘El otoño del patriarca’.

Su amigo y compadre Plinio Apuleyo Mendoza cuenta que, como estudiante en Bogotá, no tenía dinero, ni amigos, ni familia, y que «las circunstancias ásperas lo empujaron hacia la máquina de escribir». Ya como periodista, publicó en 1955 una crónica de catorce capítulos titulada ‘Relato de un náufrago’, en la que cuenta la desventura de Luis Alejandro Velasco, que estuvo durante diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, visitado por los tiburones puntualmente todas las tardes a las cinco, como en los toros, proclamado héroe tras su arribada a Urabá de Colombia y más tarde olvidado e incluso aborrecido por el Gobierno.

En México, en 1967, Gabo escribió ‘Cien años de soledad’, paradigma del llamado realismo mágico, y se hizo célebre.

De su autobiografía ‘Vivir para contarla’, de la recopilación de su obra periodística ‘Por la libre’, de ‘Crónica de un secuestro’ y de ‘Aquellos tiempos con Gabo’ de su amigo Plinio, se pueden extraer datos suficientes para conocer su postura política, tan debatida. Su opinión respecto al imperialismo quedó clara tras la invasión soviética de Checoslovaquia: «Estamos ante dos imperialismos igualmente crueles y voraces. Lo asombroso es que los soviéticos les ganaron a los gringos en cinismo». Ardoroso defensor de la revolución cubana, consideraba que «Cuba representaba la fe en una revolución no inspirada en dogmas ni en alienaciones ideológicas»; además, «el bloqueo de EEUU fue una feroz tentativa de genocidio… la gran mayoría de los técnicos y profesionales independientes cubanos se identificaron con el imperialismo, aceptaron sus ofertas de sueldos fabulosos y desertaron del país». Sobre los discursos de Fidel, el Caballo, dice: «Es la inspiración, el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que solo niegan los que no han tenido la gloria de vivirlo». «Su amistad personal con Castro le ha permitido intervenir con eficacia para obtener la libertad de un gran número de presos políticos», y «sus simpatías van actualmente hacia Fidel y no hacia la burocracia», dice Plinio. Claro que, «con su feroz cara de árabe… ahora parece apreciar mejor que antes la música, los buenos cuadros, las mujeres bonitas, los buenos hoteles, las camisas de seda, los caracoles al ajillo, el caviar (sí, el caviar) y toda la infinita y pecaminosa gama de los quesos…»

Böll, Bellow y Singer: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (4).

BÖLL

El premio Nobel de literatura de 1972 le correspondió al alemán Heinrich Böll (Colonia, 1917- Langenbroich,1985) soldado en la Segunda Guerra Mundial, pacifista, católico satírico, admirador del papa Juan XXIII y del actor Alec Guiness.

En ‘Los silencios del Dr. Murke ‘(1958), dice: «Cuando yo tenía su edad, tuve que seleccionar tres minutos de un discurso de Hitler que duraba cuatro horas. Tuve que escuchar el discurso tres veces para sentirme capaz de juzgar qué tres minutos había que entresacar. Cuando empecé a oír la cinta por primera vez, yo era nazi; pero cuando terminé, ya no lo era».

En su novela más compleja, ‘Opiniones de un payaso’ 1963), su ironía salpica a católicos: «no me extraña que muchos padres católicos tengan miedo de enviar a sus hijas jóvenes al piso de un sacerdote», y a protestantes: «debe de ser horriblemente difícil predicar todos los días esas cosas incomprensibles, resurrección de la carne y vida eterna». Y, por supuesto, a los nazis: «El renano, ese lenguaje enteramente desprovisto de marcialidad al cual le falta la R, el sonido en que se basa la disciplina militar»; «todos deben hacer todo de su parte para echar a los judíos yanquis de nuestro santo suelo alemán»; «pocos nazis fueron enviados al frente, cayeron casi únicamente los demás».

La protagonista de ‘El honor perdido de Katharina Blum’ (1974) es diplomada en economía doméstica. En el relato se investiga por qué una mujer joven y con buen humor, que ha asistido a un baile inofensivo, cuatro días más tarde se convierte en asesina por causa de unos artículos periodísticos.

BELLOW

El premio Nobel de literatura de 1976 le correspondió a Saul Bellow (Montreal, 1915- Massachusetts, 2005) uno de los muchos judíos que dominaron la literatura norteamericana después de la Segunda Guerra Mundial. Bellow opina que nos perdemos en bosques de material impreso y defiende a «Kafka, Beckett y Borges, que escribieron corto». Cita a Chejov: «Ahora tengo la manía de la brevedad. Nada de lo que leo – ya sea mío o de otros – me parece suficientemente corto». Y a F.L.Lucas: «Existe el peligro de que los libros buenos se vean sepultados debajo de los malos. Hay pocos libros que no puedan reducirse y que mejorarían al hacerlo, purgando las frases de palabras inútiles y los párrafos de frases inútiles». (El que esto escribe se manifiesta de acuerdo al cien por cien con estas opiniones y procura seguirlas).

SINGER

El premio Nobel de literatura de 1978 se lo concedieron a Isaac Bashevis Singer (Polonia, 1903- Miami, 1991), de una familia de rabinos, emigrado a Nueva York en 1935 y nacionalizado estadounidense en 1943. Escritor en yiddish (una jerga mezcla de alemán corrompido con hebreo y polaco, según el propio Singer) supervisó las versiones inglesas de sus obras, que tratan principalmente de familias judías multigeneracionales y sus cambiantes posturas ante las oportunidades de la era moderna.

Su novela ‘El certificado’ (para ir a la naciente nación judía en Palestina) es bastante autobiográfica: Singer adolescente pasa penalidades en Varsovia; aparece su hermano mayor Israel, escritor también en la realidad, su padre rabino, sus novias… Cita la Mishná, sección del Talmud (tradiciones sacadas de la Torá, ley revelada a Moisés en el Sinaí): «En día festivo no se debe pescar ni comer lo pescado, pero está permitido cazar animales y aves y comerlos». Y se abre a las críticas a su pueblo: «No eran solo los gentiles quienes odiaban a los judíos; la nueva generación de judíos los aborrecía…¿Qué es el judaísmo? Una reliquia del medioevo…En la sociedad socialista no habrá judíos ni gentiles…La escoba de la revolución barrerá toda la basura tradicional (sinagogas, idioma…)…Los judíos consideraban impuras las armas; si en los hogares hubiera un fusil, los pogromos no existirían». «¿Por qué Palestina? ¿Por que el rey David combatió contra los fenicios hace tres mil años? Palestina no pertenece a los judíos sino a los árabes».

Shólojov y Soljenitsin: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (3)

SHÓLOJOV

Mijail Shólojov nació en 1905 en Vershenskaia, a orillas del Don. Se alistó en el Ejército Rojo desde 1920 hasta 1924, entró en el partido comunista 1932 y llegó a ser miembro del Comité Central en 1961. Los cuatro volúmenes de su ingente obra ‘El Don apacible’, que según Norman Mailer es la mejor novela rusa del siglo XX, los escribió en doce años (1928-40) y le valieron el premio Stalin (1941) y el premio Nobel (1965). Soljenitsin decía que el primer volumen, escrito siendo Shólojov un joven inexperto, era un plagio del escritor cosaco Fiodor Kruikov, muerto en 1920, y alegaba que la calidad del primer volumen no tuvo continuidad en los siguientes. La novela transcurre durante la Primera Guerra Mundial contra Alemania, pero centrada en las luchas entre zaristas, rusos blancos y bolcheviques rojos. Los cosacos, protagonistas principales, también pelean entre sí porque unos están a favor de los blancos y otros prefieren a los rojos. Dicen: «Antes nos iba bien y ahora… los mismos calzones, pero con la bragueta hacia atrás». «Creen que el cosaco y el látigo son una misma cosa, que el cosaco es un salvaje que en lugar de alma tiene una botella… nosotros somos personas como los demás». Y cantan: «Pero nuestro Don, el Don apacible, nuestro padre, también es orgulloso. No se humilla ante el musulmán, no pide apoyo a Moscú y saluda al turco con su afilado sable… De año en año, la estepa del Don, nuestra madre, por la Virgen Purísima, por nuestra fe ortodoxa, por el Don libre, que corre encrespado, al combate llamó contra el enemigo…»

En la novela ‘Lucharon por la Patria’, Shólojov narra los combates en el Don de un regimiento del Ejército Rojo contra la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Son heroicos combatientes proletarios con gran fe y moral de victoria que gritan: «¡Maldito alemán, que parásito tan malo eres! Convertiré a los tanques en chatarra y a los tanquistas en pedazos de carne asada». Y que reciben la felicitación del general: «¡Soldados! ¡Vuestra patria y nuestro gran Stalin no olvidarán nunca vuestra heroicidad y vuestro sacrificio!» Mucho han cambiado los cosacos, ‘los hombres libres’, desde los tiempos de Taras Bulba…

SOLJENITSIN

Alexander Soljenitsin, premio Nobel de literatura en 1970, nació en 1918 de familia cosaca. Se graduó en matemáticas y cursó literatura por correspondencia. Durante la Segunda Guerra Mundial luchó como capitán de artillería. En 1945 fue arrestado al intervenirle cartas en las que criticaba ardorosamente a Stalin y al régimen soviético, confesándose socialista. Enviado a lo que él denominó Archipiélago (el conjunto de campos de trabajo) Gulag (acrónimo oficial para designar los campos) cumplió ocho años de condena. Soljenitsin nos cuenta que los campos y las prisiones de tránsito se extendían desde el estrecho de Bering hasta el Bósforo y que había más de doscientos. Allí iban, revueltos, delincuentes y políticos, pasando por las celdas de tránsito en las que metían veinte veces más personal del que cabía normalmente y en las que de cuando en cuando tenían que orinar en las botas y disfrutar de un plato para cuatro. Los campos de trabajo fueron pensados por Marx para corregir al delincuente mediante el trabajo productivo. En los campos se pasó de la enmienda por el trabajo al exterminio por el trabajo… porque para cámaras de gas no había combustible. Según Soljenitsin, los campos eran económicamente ventajosos, ya que utilizaban mano de obra gratuita que trabajaba con pico y pala, herramientas baratas. Así construyeron los grandes canales del Volga y Belomor, explotaron las minas sin seguridad y con silicosis, y los tendidos telefónicos.

Soljenitsin nos cuenta también los interrogatorios para inculpar a los acusados y los compara con los de la Gestapo. Dice que los nazis buscaban la verdad y cuando se retiraba la acusación ponían en libertad al torturado; pero la KGB, no: querían cifras altas, querían el poder, traer a cualquiera, aun al más importante, a su presencia como acusado. Soljenitsin califica a los interrogadores de malvados, que se justificaban y adquirían la dureza con la ideología, con la teoría social que ante ellos mismos y ante los demás les ayudaba a blanquear sus actos.

A pesar de todos los sufrimientos y humillaciones, Soljenitsin exclama: ¡Bendita seas prisión, por haberte cruzado en mi camino! Sus reflexiones le proporcionaron una ‘elevación’, algo que no conseguía la inmensa mayoría. Según Shalamov, el autor de ‘Relatos de Kolyma’, «el campo es una escuela de vida total e irremediablemente negativa», mientras que Guinsburg afirmaba que «la cárcel elevaba a los hombres, el campo los corrompía». Quizá la experiencia anímica personal de Soljenitsin proviniera de que fue lo que él denomina ‘un enchufado’, es decir, un recluso que no estaba destinado a trabajos generales, los más penosos. Incluso confiesa que, por temor a un traslado invernal posiblemente letal, firmó como delator de evasiones, aunque nunca delató a nadie. Después, haciéndose pasar por físico nuclear, dio con sus huesos en un campo de investigación paradisiaco y consiguió conservar la vida.

Soljenitsin fue rehabilitado en 1956. Se dedicó a enseñar matemáticas y a escribir. Sus novelas ‘Un día en la vida de Iván Denisovich’ (en un campo, 1962) y ‘El primer círculo’ (investigando matemáticas en el campo, 1968) le valieron el premio Nobel, premio que no recogió por miedo a que no le dejaran volver a Rusia. Cuando publicó ‘Archipiélago Gulag’ fue de nuevo arrestado y exiliado: en Suiza tomó posesión del Nobel. No recuperó la nacionalidad rusa hasta 1990 y pudo volver a su patria en 1994.

Baroja, Dos Passos y Max Aub con Buñuel : Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (2)

BAROJA

El 30 de octubre de 1956 murió Pío Baroja y Nessi a los ochenta y tres años de edad ¿Cómo definirle: individualista, escéptico, pesimista, agnóstico anarquista, rebelde, inconformista o simplemente mosca cojonera? En sus memorias dejó bien clara su opinión sobre la ciencia: «que es la cantidad de verdades que va encontrando el hombre, lo más importante de la civilización, alrededor de la cual giran las demás actividades espirituales». Y se indignaba de que fuese más digno de mención un pintor o una cupletista que el descubridor de una vacuna o de la penicilina», o le parecía muy cándido «creer que Picasso ha descubierto algo, como Einstein o Planck». Como médico de formación que fue, ensalzaba a Claude Bernard, del que decía que era la Fisiología misma, aunque poco apreciado por ser demasiado claro y sencillo, y a Ramón y Cajal, el investigador más importante de España. También se identificaba con Voltaire cuando decía que «el comienzo de la vida es ridículo, el medio no vale nada y el final es triste». Por el contrario, trataba a Proust de pesado, a Hegel de difuso y confuso, y a Dumas padre de ser el representante de una fábrica de novelas. Tachaba a los museos de cementerios de cuadros y a la Sagrada Familia de Barcelona de adefesio. No daba a la democracia demasiado valor y creía que el fascismo y el comunismo eran siniestros.

Más virulento se mostraba don Pío a través de sus personajes de ficción, como puede comprobarse en algunas afirmaciones del indomable Silvestre Paradox: «¡Hombre admirable, eres casi digno de ser perro!». «¡Un rey! En algunos casos, se dice, han servido para gobernar». «Si tirano, exterminaría timadores, ladrones, maricas, duques, alcahuetes y curas maricones. Crearía escuelas sin maestros, pondría talleres donde se vea lo que se hace y suprimiría el cuartel y la cárcel». «¡Abajo el arte, la ciencia, las universidades, vivamos como los bárbaros!»

César (o nada) dice que «la raza no existe…sólo existe el individuo», pero buenos palos se llevan los naturales de diversos países europeos en varias de sus obras: «Los suecos, como todos los de los países del norte, son roñosos y bárbaros». «No hay gente tan imbécil como la de estos pueblos que se creen cerebros del mundo». (Aplicado a los franceses). «El italiano odia al extranjero, pero mientras haya liras que ganar se guarda su odio y sonríe. Franceses y suizos hacen lo mismo, pero no tienen esa cordialidad y simpatía fingidas». «El español parece no haberse enterado de que hay otros hombres en el mundo además de él…las leyes están para los demás…(tiene) falta de curiosidad, exceso de orgullo…a mayor aristocracia, mayor incultura». «El chulo domina desde los pirineos hasta Cádiz, con un yo hipertrofiado».

Está claro que los personajes de don Pío no son como G.K.Chesterton, que cuando le preguntaron su opinión sobre los franceses respondió: «No sé, no los conozco a todos».

DOS PASSOS

John Dos Passos, nacido en Chicago en 1896 y descendiente de portugueses, está considerado como uno de los más grandes novelistas de la ‘generación perdida’ tras la Primera Guerra Mundial´ principalmente por sus obras ‘Manhattan Transfer’ (1925) y la trilogía U.S.A. (1930-33), en la que retrató las dos naciones: la de los ricos y la de los pobres. Antes había visitado España como corresponsal de un periódico; escribió ‘Rocinante vuelve al camino’, donde estudia el gesto: «Cuando Belmonte se volvió de espaldas al toro y echó a andar arrastrando la muleta roja por la arena…un reto fanfarrón…Cuando Pastora Imperio…inmóvil como una cariátide, la cara en sombra, el mantón amarillo flameante…las recias modulaciones de su torso parecían arder en su propia carne…su cuerpo se tendió como una catapulta»; donde expone la filosofía vital del arriero: «Algo que no es ni trabajar ni prepararse para trabajar hace el camino tan esencial que no necesite uno destino, eso es lo flamenco»; donde interpreta la psicología española: «La fuerte confianza anarquista en el individuo…aquí yace la fuerza y la debilidad de España…este intenso individualismo…don Quijote el individualista, que llevó el mundo entero en sí mismo…Sancho el individualista, que no veía en el mundo sino comida para su estómago…España es la patria clásica del anarquista»; donde manifiesta su pasión por Baroja: «Sus haraganes y vagabundos, sus artistas, soñadores y fanáticos…descendientes del Quijote y la picaresca»; donde deja escrita su animadversión hacia las obras de vulgarización popular de Blasco, «porque para entender España…hay que leer a Baroja, a Unamuno y Azorín, a Valle Inclán y Machado y no ‘Los cuatro jinetes’ «; y donde afirma su devoción por Francisco Giner de los Ríos, el fundador de la Institución Libre de Enseñanza y campeón de la vida, y por Miguel de Unamuno, el campeón de la muerte.

MAX AUB con BUÑUEL

Max Aub, prolífico escritor español de origen alemán y francés, exiliado desde España a México tras la Guerra Civil, nos dejó una amplia muestra de la exultante, contradictoria y caótica personalidad del número uno de los cineastas españoles en su libro ‘Conversaciones con Luis Buñuel’. Max le define: «MI personaje es su época; es decir, lo que su época fue influyendo en él: la religión, los jesuítas, las rameras, Lorca, el vino tinto, Calanda, su madre, Fritz Lang, Dalí, Wagner, Freud, Breton, Péret, el surrealismo en general y el comunismo en particular».

Buñuel se declara en principio ateo por no creer en el infierno. Para él, alumno de los jesuítas, «el coito y el pecado han sido una misma cosa»; además, «el erotismo sin cristianismo es un erotismo a medias, porque sin él no hay sentimiento del pecado». Pero de viejo acude a hablar con los jesuítas: «muy agradables, muy sencillos, ya no soy anticlerical». «El creer en Dios es absurdo, pero…empieza a molestarme la palabra ateo». ¿Surrealismo? «Es una moral…Yo no era surrealista cuando llegué a París, me parecía una cosa de maricones…después pertenecí al grupo…cuando cierro los ojos soy nihilista sin reservas». «Yo no era anarquista. Simpatizante, sí, siempre. Quemaría todas las obras de arte sin el menor remordimiento. A mí no me interesa el arte, sino la gente». «Me cago en las patrias, y en la familia, y en la religión, y en las banderas, y en los partidos, y en España, y en la URSS». ¿Comunista? «No, pero tengo muchos amigos comunistas…Fui estalinista y sigo siéndolo…la dictadura es la única manera de poder gobernar». ¿Lorca? «La obra de Federico no me gusta nada. Su teatro me parece muy malo. Me gustan algunas poesías pero no mucho. Era genial como hombre. Afeminado. Impotente. No podía ser ni homosexual».

Dice Max: «Sus películas tienen violencia y erotismo, pero él niega gustar de ambas…Su barroquismo hace que la teología sea vista por Buñuel, cinematográficamente, como una serie de gags». Y Fernando Rey dice que es posible que Buñuel utilizase sus dotes de hipnotizador para hipnotizar a los actores.