Baroja, Dos Passos y Max Aub con Buñuel : Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (2)

BAROJA

El 30 de octubre de 1956 murió Pío Baroja y Nessi a los ochenta y tres años de edad ¿Cómo definirle: individualista, escéptico, pesimista, agnóstico anarquista, rebelde, inconformista o simplemente mosca cojonera? En sus memorias dejó bien clara su opinión sobre la ciencia: «que es la cantidad de verdades que va encontrando el hombre, lo más importante de la civilización, alrededor de la cual giran las demás actividades espirituales». Y se indignaba de que fuese más digno de mención un pintor o una cupletista que el descubridor de una vacuna o de la penicilina», o le parecía muy cándido «creer que Picasso ha descubierto algo, como Einstein o Planck». Como médico de formación que fue, ensalzaba a Claude Bernard, del que decía que era la Fisiología misma, aunque poco apreciado por ser demasiado claro y sencillo, y a Ramón y Cajal, el investigador más importante de España. También se identificaba con Voltaire cuando decía que «el comienzo de la vida es ridículo, el medio no vale nada y el final es triste». Por el contrario, trataba a Proust de pesado, a Hegel de difuso y confuso, y a Dumas padre de ser el representante de una fábrica de novelas. Tachaba a los museos de cementerios de cuadros y a la Sagrada Familia de Barcelona de adefesio. No daba a la democracia demasiado valor y creía que el fascismo y el comunismo eran siniestros.

Más virulento se mostraba don Pío a través de sus personajes de ficción, como puede comprobarse en algunas afirmaciones del indomable Silvestre Paradox: «¡Hombre admirable, eres casi digno de ser perro!». «¡Un rey! En algunos casos, se dice, han servido para gobernar». «Si tirano, exterminaría timadores, ladrones, maricas, duques, alcahuetes y curas maricones. Crearía escuelas sin maestros, pondría talleres donde se vea lo que se hace y suprimiría el cuartel y la cárcel». «¡Abajo el arte, la ciencia, las universidades, vivamos como los bárbaros!»

César (o nada) dice que «la raza no existe…sólo existe el individuo», pero buenos palos se llevan los naturales de diversos países europeos en varias de sus obras: «Los suecos, como todos los de los países del norte, son roñosos y bárbaros». «No hay gente tan imbécil como la de estos pueblos que se creen cerebros del mundo». (Aplicado a los franceses). «El italiano odia al extranjero, pero mientras haya liras que ganar se guarda su odio y sonríe. Franceses y suizos hacen lo mismo, pero no tienen esa cordialidad y simpatía fingidas». «El español parece no haberse enterado de que hay otros hombres en el mundo además de él…las leyes están para los demás…(tiene) falta de curiosidad, exceso de orgullo…a mayor aristocracia, mayor incultura». «El chulo domina desde los pirineos hasta Cádiz, con un yo hipertrofiado».

Está claro que los personajes de don Pío no son como G.K.Chesterton, que cuando le preguntaron su opinión sobre los franceses respondió: «No sé, no los conozco a todos».

DOS PASSOS

John Dos Passos, nacido en Chicago en 1896 y descendiente de portugueses, está considerado como uno de los más grandes novelistas de la ‘generación perdida’ tras la Primera Guerra Mundial´ principalmente por sus obras ‘Manhattan Transfer’ (1925) y la trilogía U.S.A. (1930-33), en la que retrató las dos naciones: la de los ricos y la de los pobres. Antes había visitado España como corresponsal de un periódico; escribió ‘Rocinante vuelve al camino’, donde estudia el gesto: «Cuando Belmonte se volvió de espaldas al toro y echó a andar arrastrando la muleta roja por la arena…un reto fanfarrón…Cuando Pastora Imperio…inmóvil como una cariátide, la cara en sombra, el mantón amarillo flameante…las recias modulaciones de su torso parecían arder en su propia carne…su cuerpo se tendió como una catapulta»; donde expone la filosofía vital del arriero: «Algo que no es ni trabajar ni prepararse para trabajar hace el camino tan esencial que no necesite uno destino, eso es lo flamenco»; donde interpreta la psicología española: «La fuerte confianza anarquista en el individuo…aquí yace la fuerza y la debilidad de España…este intenso individualismo…don Quijote el individualista, que llevó el mundo entero en sí mismo…Sancho el individualista, que no veía en el mundo sino comida para su estómago…España es la patria clásica del anarquista»; donde manifiesta su pasión por Baroja: «Sus haraganes y vagabundos, sus artistas, soñadores y fanáticos…descendientes del Quijote y la picaresca»; donde deja escrita su animadversión hacia las obras de vulgarización popular de Blasco, «porque para entender España…hay que leer a Baroja, a Unamuno y Azorín, a Valle Inclán y Machado y no ‘Los cuatro jinetes’ «; y donde afirma su devoción por Francisco Giner de los Ríos, el fundador de la Institución Libre de Enseñanza y campeón de la vida, y por Miguel de Unamuno, el campeón de la muerte.

MAX AUB con BUÑUEL

Max Aub, prolífico escritor español de origen alemán y francés, exiliado desde España a México tras la Guerra Civil, nos dejó una amplia muestra de la exultante, contradictoria y caótica personalidad del número uno de los cineastas españoles en su libro ‘Conversaciones con Luis Buñuel’. Max le define: «MI personaje es su época; es decir, lo que su época fue influyendo en él: la religión, los jesuítas, las rameras, Lorca, el vino tinto, Calanda, su madre, Fritz Lang, Dalí, Wagner, Freud, Breton, Péret, el surrealismo en general y el comunismo en particular».

Buñuel se declara en principio ateo por no creer en el infierno. Para él, alumno de los jesuítas, «el coito y el pecado han sido una misma cosa»; además, «el erotismo sin cristianismo es un erotismo a medias, porque sin él no hay sentimiento del pecado». Pero de viejo acude a hablar con los jesuítas: «muy agradables, muy sencillos, ya no soy anticlerical». «El creer en Dios es absurdo, pero…empieza a molestarme la palabra ateo». ¿Surrealismo? «Es una moral…Yo no era surrealista cuando llegué a París, me parecía una cosa de maricones…después pertenecí al grupo…cuando cierro los ojos soy nihilista sin reservas». «Yo no era anarquista. Simpatizante, sí, siempre. Quemaría todas las obras de arte sin el menor remordimiento. A mí no me interesa el arte, sino la gente». «Me cago en las patrias, y en la familia, y en la religión, y en las banderas, y en los partidos, y en España, y en la URSS». ¿Comunista? «No, pero tengo muchos amigos comunistas…Fui estalinista y sigo siéndolo…la dictadura es la única manera de poder gobernar». ¿Lorca? «La obra de Federico no me gusta nada. Su teatro me parece muy malo. Me gustan algunas poesías pero no mucho. Era genial como hombre. Afeminado. Impotente. No podía ser ni homosexual».

Dice Max: «Sus películas tienen violencia y erotismo, pero él niega gustar de ambas…Su barroquismo hace que la teología sea vista por Buñuel, cinematográficamente, como una serie de gags». Y Fernando Rey dice que es posible que Buñuel utilizase sus dotes de hipnotizador para hipnotizar a los actores.

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