Koestler y Brenan: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (6)

KOESTLER

Arthur Koestler, de familia judía, nació en Hungría en 1905. Pasó del sionismo antisocialista al comunismo. Trabajó como periodista en New Chronicle inglés y se nacionalizó británico en 1948. En su primer viaje a España en guerra entró desde Lisboa recomendado por Nicolás Franco y, por intermedio del capitán Bolín (el que contrato el Dragón Rapide, en el que Francisco Franco voló a la península para comandar la sublevación contra la República) entrevistó al general Queipo de Llano. Cuando Bolín se enteró que Koestler era un espía que quería demostrar la intervención de Alemania e Italia en la guerra civil, le hizo huir (le mataré como a un perro, dijo). En el segundo viaje a España, Koestler recogió documentación en Madrid. En el tercero, Bolín le atrapó en Málaga y le aprisionó. Fue liberado mediante un canje con la mujer del famoso aviador franquista capitán Haya.

Cuenta sus experiencias en la cárcel en ‘Diálogo con la muerte. Un testamento español’, donde se lee: «Naturalmente, todo el mundo sabe que algún día morirá. Pero saberlo es una cosa y creer en ello, otra». «Dos métodos para paliar el sufrimiento: repetir el mismo verso treinta o cuarenta veces durante una hora (como el rosario) hasta entrar en un ligero trance; y la especulación abstracta, la fusión de mi miseria personal con la miseria biológica del universo». «De pronto me pareció comprender por qué la doctrina anarquista es tan popular en España. Solo hay que romper la dura cáscara de las instituciones para disfrutar el delicioso sabor de la naturaleza humana». «Hay una buena dosis de fatalismo oriental en la manera española de conducir la guerra, en ambos lados. Otras guerras consisten en una sucesión de batallas, ésta es una sucesión de tragedias». «Málaga se ha rendido. Todo sucedió en un silencio terrible, sin ruido, sin dramatismo. Sin saberlo, mientras dormíamos, nos habían entregado a la misericordia del general Franco». «Los jefes culpables de la ciudad, que habían abandonado a sus hombres, pasaron por un consejo de guerra. El gobierno culpable de Largo Caballero fue obligado a dimitir. Los gobiernos culpables de las democracias occidentales, que abandonaron a su suerte a la República Española, no fueron ni llevados a consejo de guerra ni obligados a dimitir, la Historia los juzgará. Pero eso no resucita a los muertos».

Koestler se hizo, después, antiestalinista y anticomunista, estuvo en una cárcel soviética donde pudo conocer los métodos del lavado de cerebro. En ‘El cero y el infinito’, se lee: «Nos parecíamos a los inquisidores porque perseguíamos los gérmenes del mal no solamente en los actos de los hombres, sino también en sus pensamientos». «No hay más que dos concepciones de la ética humana… Una, humanitaria, declara sagrado al individuo. La otra… un fin colectivo justifica todos los medios… exige que el individuo esté sacrificado a la comunidad».

En el final de su vida se dedicó a la ciencia y al misticismo. En ‘El abrazo del sapo’ se lee: «El biólogo austriaco Kammerer se negaba a aceptar la teoría darwiniana de la evolución basada en mutaciones casuales; creía que el vehículo principal de la evolución progresiva era la herencia de los caracteres adquiridos que Lamarck había postulado en 1809, es decir, que los cambios de adaptación experimentados por los padres eran preservados mediante la herencia y transmitidos a su descendencia». «Kammerer anunció que podía hacer que el sapo partero macho, que carecía de las protuberancias pigmentadas de negro (empleadas para sujetarse durante el apareamiento), las heredara de otros sapos… El experimento se demostró irrepetible… Las rugosidades negras supuestamente generadas por el sapo eran tinta china ¿Quién manipuló el espécimen?… Kammerer se disparó un tiro seis semanas después de la publicación, en Nature, del informe del conservador de reptiles G.K. Noble».

Enfermo de leucemia y parkinson, Koestler se suicidó en 1983.

BRENAN

En 1987 muere el hispanista británico nacido en Malta en 1894 Gerald Brenan, ‘don Geraldo’, autor de ‘El laberinto español’, ‘La literatura del pueblo español’, ‘Al sur de Granada’ y ‘San Juan de la Cruz’, entre otras. En su ‘Memoria personal 1920 – 1975’ explica «por qué he dedicado varios años de mi vida a escribir una autobiografía que no tenía intención de publicar… lo trágico de la vida es que olvidamos… la muerte verdadera es el olvido».

Brenan recuerda sus contactos con el famoso grupo de Bloomsbury y con sus personalidades más características, como Lytton Strachey, para quien «toda la religión era una perniciosa estupidez» y que rechazaba el ‘Ulises’ de Joyce, en el que «no había podido encontrar una sola frase inteligente»; o como Leonard Woolf, «el más inteligente de cualquier reunión, incluso si está presente Bertrand Russell»; y por supuesto Virginia Wolf y sus guerras: «vieja contra nueva generación, escritores contra pintores, hombres contra mujeres, temas que proporcionan la conversación más brillante y esotérica que puede escucharse en toda Inglaterra». Aunque no contaban con la admiración del economista Keynes: «Son insectos zapateros nadando grácilmente sobre la corriente».

Brenan convivió y conversó ampliamente con Bertrand Russell en España. He aquí algunas de sus impresiones: «Bertie era más bajo de lo que yo recordaba, de cara roja y pródigo en sonrisas, con sus ojos brillantes tenía el rostro con la expresión más viva que he visto nunca». «Su tono de voz seco y cortado servía para dar valor a cada palabra». «Consideraba a Aristóteles un pedante aburrido y a Platón muy perverso. Hegel, Nietzsche y Schopenhauer, inaceptables». «De los científicos y eruditos norteamericanos decía que todos eran especialistas y que tenían muy poca cultura general». «Lamentaba no haberse dedicado a la física, donde se estaban haciendo tantos descubrimientos importantes, en lugar de a la lógica simbólica, que no llevaba a ninguna parte». «Sentía horror por las represiones y crueldades institucionalizadas… es un gran hombre, con su poderoso intelecto y su capacidad para sentir».

Brenan vivió el comienzo de la guerra civil española en su gran casa de Churriana, muy próxima a Málaga, y lo cuenta: «Calvo Sotelo, líder de la extrema derecha y organizador político del levantamiento, fue asesinado por policías socialistas». «La república española había fracasado por falta de un programa social y por sus ataques a la Iglesia que la aliaron con los terratenientes». «La ideología dominante (de la clase obrera) era que todos los hombres tenían que ser iguales». «Los anarquistas eran los únicos revolucionarios que no prometían un aumento del nivel de vida. Ofrecían una mejora moral: la propia estimación y la libertad». «En Málaga, las iglesias tenían avisos escritos en las paredes: ‘respetad la propiedad del pueblo’ firmados por CNT y FAI. Las iglesias se utilizarían como lugares de reunión y cines». «Mientras Sevilla, Córdoba y Granada (en poder de los militares sublevados) estaban bañadas en sangre, en Málaga había salpicaduras… las ejecuciones empezaron ocho días después del alzamiento, como represalia a los ataques aéreos». «Los nacionalistas fusilaban a los afiliados a los sindicatos, porque, al estar en minoría, tenían que gobernar por el terror». «Los obreros mataban a los encarcelados al verse arrollados por los nacionales».

Brenan opina como Russell: «Creo que debemos tratar de cambiar las condiciones sociales de una manera gradual y usando la fuerza lo menos posible». Con respecto a su obra más ambiciosa, ‘El laberinto español´, dice: «Al terminar me di cuenta de que, en realidad, había escrito una crítica de las locuras e ilusiones de la izquierda, con cuyos objetivos básicos simpatizaba».

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