VONNEGUT
En el 2007 fallece Kurt Vonnegut Jr.!, un estadounidense nacido en 1922 en Indianápolis, químico, antropólogo, novelista de ciencia ficción (¡No! ¡Nunca lo fui! Grita él), satírico, pesimista, ecólogo, socialista, anarquista. En 1952 publica ‘La pianola’, novela en la que presenta una sociedad completamente mecanizada y automatizada, a cuyos efectos deshumanizadores se oponen en vano científicos y obreros. Dice que «a la gente no se le quitó el trabajo, sino su sentido de importancia», porque «no es el conocimiento la causa de los problemas sino el uso que se le da». El protagonista comprendía ahora que ningún hombre podía vivir sin raíces: un campo, una cuesta, una costa o una calle…», y deduce que «en esta vida, los que piensan, los sensibles, aquellos que pueden sentir el ridículo, mueren mil muertes». En la novela ‘Dios le bendiga Mr. Rosewater’ (!965) cuenta la historia de un multimillonario filántropo que opina que «los padres fundadores (de Estados Unidos) habían sido un poco descuidados, ya que no establecieron que había que poner un límite a la riqueza individual». En 1969 publica su novela más famosa, quizá porque fue llevada al cine: ‘Matadero cinco’ o ‘La cruzada de los niños’, en la que relata su experiencia como uno de los pocos supervivientes del bombardeo británico con bombas incendiarias de la ciudad de Dresde, en el que murieron unas 135.000 personas. La ciudad quedó completamente destruida. En la novela ‘Galápagos’ (1985) atiende a los problemas de la Humanidad: «El exceso de tamaño del cerebro… podía sostener tantas opiniones contradictorias sobre tantos temas diferentes al mismo tiempo… La mayoría de los hombres estaban calladamente desesperados porque las infernales computadoras craneanas eran incapaces de moderarse o estarse quietas, siempre estaban buscando nuevos problemas con los que enfrentarse». «Estos animales han hecho tantas chapucerías que ya no pueden imaginar una vida decente ni siquiera para sus propios nietos».
Su última novela, titulada ‘Un hombre sin patria’ y publicada en 2005, la ilustra con graciosos y sugerentes dibujos y rimas:
«Oh, un cazador de leones / en la oscuridad tropical, / y un borracho durmiendo / en pleno Central Park, / y un dentista chino / y la reina británica, / todos juntos encajan / en la misma mecánica. / Bien, bien / ¡gente tan variada / en una misma maquinaria!»
Entre otras muchas cosas, dice: «Menudo error estamos hechos. Hemos herido de muerte a este planeta dulce y sustentador de vida (el único en toda la Vía Láctea) con un siglo de euforia por el transporte». «Karl Marx dijo que ‘la religión es el opio del pueblo’, cuando el opio y sus derivados eran los únicos calmantes eficaces. El propio Marx los tomó. Con esa frase constataba, no condenaba, el hecho de que la religión también podía reconfortar a los desfavorecidos». «La guerra de Vietnam sirvió para convertir en multimillonarios a los millonarios (yanquis). La de Irak, convierte a los multimillonarios en billonarios».
LESSING
Doris Lessing, premio Nobel de literatura en 2007, nació en Irán en 1919 y se crio y vivió en Rodesia del Sur, actual Zimbabwe, hasta que emigró a Londres en 1949, dejando dos hijos con su primer marido, llevando consigo a Peter, fruto de su segundo matrimonio, y el manuscrito de ‘Canta la hierba’, su primera novela. En su autobiografía titulada ‘Un paseo por la sombra’ cuenta que «decidí incorporarme al Partido Comunista… los rojos… en toda Europa… eran las personas más sensibles, más compasivas y más comprometidas socialmente». Participó invitada en un viaje a Rusia «donde estuve en estado de alerta… ésa es la razón de que conserve tantos recuerdos… éramos la primera delegación de ‘intelectuales’ del mundo occidental desde la guerra». Allí conoció a «Mijail Sholojov, autor de ‘El Don apacible’, un libro magnífico, una novela épica de la lucha entre rojos y blancos… la había robado a un infortunado escritor joven… era un macho». «En los años cincuenta, en el Partido se comentaba que los estalinistas y los freudianos eran del mismo estilo, conformistas y conservadores, y que los jungianos y los trotskistas se parecían porque eran rebeldes». «La nueva juventud (comunista americana) consideraba que si Trotski hubiera ganado la batalla del poder en la Unión Soviética en lugar de Stalin, el comunismo habría llegado a ser como la Utopía imaginada». Algún tiempo después, Doris Lessing dedujo que «Stalin encarcelaba permanentemente a cientos de miles… las prisiones estaban superpobladas… solucionó el problema liquidando a los prisioneros, y vuelta a empezar». También supo que «Gorki luchó incesantemente contra Lenin por la crueldad de su política y que después luchó contra Stalin… y fue asesinado». Así, desengañada, «dejé de ser comunista por las purgas… por el pacto Stalin – Hitler… por la invasión de Finlandia… por los falsos juicios de Checoslovaquia… por las represiones de Berlín y de Hungría». «Cuando la gente aceptó cuál era la situación real de la Unión Soviética… Se confirmó el horror y la traición».
Doris Lessing visita España: «Era tan pobre que partía el corazón. Como Irlanda. No había ninguna edificación entre Gibraltar y Barcelona en aquella época, exceptuando las ciudades de siempre… (pero) las iglesias (estaban) repletas de oro y joyas». «El gobierno de Francia y el de Inglaterra se negaron a suministrar armas al gobierno legítimo mientras que Hitler y Mussolini se las facilitaban a Franco… La gente ha olvidado lo mal que se trató a los refugiados españoles, confinados en campos de concentración… a pesar de que habían sido los primeros en hacer frente a los nazis, a los fascistas. Hay quien dice cínicamente que aquel fue su delito».
Doris Lesstng analiza: «La masacre en las trincheras (de la Primera Guerra Mundial) destruyó el respeto al gobierno, y de ello proviene el comunismo, el fascismo, el nacionalismo y, más tarde, el terrorismo… los sueños de un mundo mejor depositados en Lenin, Stalin, Hitler, Mao… » «Y luego la Segunda Guerra Mundial, donde la Unión Soviética llevó el peso del combate… y perdió ocho millones (de personas) en la guerra. (Y no veinte, esos fueron asesinados por Stalin)». «Hitler admiraba a Stalin pues se veía a sí mismo como un criminal menor comparado con su gran ídolo». «El caso es que la gente que está loca de atar (como Hitler y Stalin), si forma parte de la religión o de la política, no es considerada como loca».
Doris Lessing se asoma a la ciencia ficción: «Me preguntó si leía obras de ciencia ficción. Le enseñé obras de Olaf Stapledon, H.G.Wells, Jules Verne… Me prestó otras… Me impresionaron sus perspectivas,,, sus ideas y las posibilidades de crítica social… me decepcionó el nivel de descripción de los personajes… En el género se encuentran algunas de las mejores historias de nuestra época. Adentrarse en este género… cuando se ha pasado una temporada inmerso en el mundo literario convencional es como abrir las ventanas de una habitación pequeña, anticuada y con el aire enrarecido… Aquellos autores (todos hombres) pensaban y hablaban de comunicaciones por satélite y viajes espaciales… Sé que he quedado apartada de los avances científicos, y en nuestra era las fronteras están en la ciencia». Como consecuencia de esta ‘revelación’, Doris Lessing escribe en 1971 ‘Instrucciones para un descenso al infierno’, novela inspirada por un sabio del siglo XIV, Mahmud Shabistari: «Si aquella gota de agua mostrara su entraña, / veríamos dentro un centenar de mares / … en cada grano brotan mil cosechas / … el firmamento gira dentro de ese punto del espacio…» Y por la bióloga Rachel Carson: «Entre esa fauna y flora de las aguas capilares se encuentran (seres) unicelulares, pizcas de agua, crustáceos minúsculos, larvas de microscópicos gusanos que viven, mueren… un mundo donde la invisible gotita de agua es como un vasto y oscuro océano…» Pero la novela tiene poco que ver con la ciencia y mucho con la ficción onírica. El protagonista, el profesor Watson, ¿es un elegido por las fuerzas cósmicas obligado a llevar a la Humanidad un nuevo mensaje? ¿O un loco? A pesar de que «un siglo de pensamiento erudito ha envejecido la Tierra un millón de veces (hace cien años los teólogos e historiadores afirmaron que el mundo contaba cuatro mil años desde su creación)», «el hombre, esa pobre bestia, levanta su hocico sangriento hacia el misterioso firmamento, para aullar de dolor y agotamiento entre batalla y batalla con sus congéneres». Esos hombres «todavía no están suficientemente evolucionados para comprender que su propio yo es un mero componente de un todo… y todavía menos para alcanzar conocimiento consciente de que la Humanidad es parte de la Naturaleza». «Incluso la religión más reciente, la Ciencia, tiene solamente unos vislumbres caprichosos e incompletos del hecho de que la vida es Una».
En un nuevo intento de aproximación a la ciencia ficción, Doris Lessing escribe un serie de novelas agrupadas bajo el título de ‘Canopus en Argos. Archivos’, una descripción del mundo dividido en cinco áreas estancas. Un intento que algunos han calificado como novelas de ‘estado ficción’. (¡Ni Doris ni Kurt! ¿Dónde está y qué es la ciencia ficción ‘auténtica?)
CLARKE
En el año2008 desaparece el escritor Arthur C. Clarke, considerado uno de los grandes de la ciencia ficción. Nacido en 1917 en Sommerset, Inglaterra, desde niño demostró una ferviente afición por la astronomía: consiguió hacer un mapa de la Luna con un telescopio que construyó él mismo. En 1941 ingresó en la Royal Air Force, donde llegó a ser instructor de radar. En 1945 predijo, con todo detalle técnico, el sistema de satélites geoestacionarios que proporcionarían una red de señales de audio y vídeo a todo el planeta; aunque el informe no prosperó, veinte años más tarde se empleó el sistema. No fue este el único signo de la presciencia de Clarke: en su novela ‘El fin de la infancia’ (1954) previó la futura aparición de la píldora anticonceptiva, el gran aumento de la movilidad de las personas, la desaparición de las creencias basadas en milagros y revelaciones al conocerse cómo se habían generado las grandes religiones, la pérdida de significación del color de la piel, la robotización de las industrias, el empleo de máquinas en lugar de esclavos, el cambio de la superstición por la ciencia… Demostrado también su gran optimismo e ignorando el enorme desarrollo de la informática e internet. Más tarde, en la novela de 1987 ‘Regreso a Titán’, utiliza coches con piloto automático, computadoras de bolsillo, consolas conectadas a bibliotecas con intercomunicadores videoacústicos, casas subterráneas con panorámicas móviles, clonación de humanos, sexo libérrimo y ambivalente, corales adaptados genéticamente para que capten óxidos de nitrógeno, transmutación de elementos con producción de metales nobles y raros y un sistema solar con habitantes en Titán, Mercurio, Marte y Luna… y solo quinientos millones en la Tierra del año 2276.
Clarke es más conocido del público por su novela de 1968 llevada al cine por Stanley Kubrick ‘2001: Una odisea del espacio’, a la que siguieron ‘2010:Odisea 2’ (1982), continuación de la anterior y también llevada al cine, ‘2061: Odisea 3’ (1987) y ‘Odisea final’ (1997). En la serie, Clarke presenta un sistema solar en el que Júpìter se ha transformado en un segundo Sol gracias al poder y sabiduría de la civilización alienígena avanzada propietaria de un extraño monolito. También reflexiona sobre el tiempo, y dice que «solo el tiempo es universal; el día y la noche no son más que costumbres locales exquisitamente arcaicas que se encuentran en aquellos planetas a los que las fuerzas de marea todavía no les ha arrebatado la rotación». Y sobre «esa psicopatología conocida como religión… Describía las torturas autorizadas por la Iglesia… antes de quemarlos vivos. Niños pequeños encadenados y azotados hasta que aprendían de memoria volúmenes enteros de jerigonza piadosa. Se los robaba la niñez y la juventud para convertirlos en monjes… ¿Postula usted que cualquier persona con firmes creencias religiosas estaba loca? Sí, siempre que no fuese hipócrita sino sincera». El tema religioso es muy frecuente en otras obras de Clarke. Así, en ‘El martillo de Dios’ (1993) dice que una virgen que concibiera sin pecado sólo hubiera podido dar a luz una niña, y en ‘Rama revelada’ (1996) un dios fabrica muchos universos diferentes para conseguir alguno estable. En ‘El mundo es uno’, publicado en 1992, Clarke describe la historia de las ingentes tareas en que se embarcaron Estados Unidos y Gran Bretaña para conectarse a través de cables submarinos, sistema poco después sobrepasado por la radio y, actualmente, por los satélites geoestacionarios. El libro se lo dedica a los auténticos padres del satélite de comunicaciones John Pierce y Harold Rosen, del padrino (que fue él mismo)».
Arthur C. Clarke murió en Sri Lanka, donde vivió muchos años dedicado, además de a la escritura, a la fotografía submarina. De allí nos legó, a la manera de Asimov con los robots, las tres leyes de Clarke: 1.- Si un científico anciano y distinguido dice que algo es posible probablemente esté en lo cierto, si dice que algo es imposible, probablemente esté equivocado. 2.- La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse hacia lo imposible. 3.- Una tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.