Octavio Paz: Citas y anotaciones de las obras de grandes poetas en español (24)

PAZ

Octavio Paz obtiene en 1990 el primer premio Nobel de literatura concedido a un mexicano y el quinto a un hispanoamericano tras Asturias, Neruda, Mistral y García Márquez, por «una obra apasionada, abierta sobre vastos horizontes, impregnada de sensual inteligencia y de humanismo íntegro». Paz nació en 1914 y a los 19 años escribió su primer libro de poemas. Estuvo en España durante la guerra civil, conoció a los poetas de la generación del 27 («que lograron la contemporaneidad» con los poetas británicos y franceses, dijo después), y escribió la ‘Elegía a un joven muerto en el frente de Aragón’:

«Has muerto, camarada/ en el ardiente amanecer del mundo./ Has muerto cuando apenas/ tu mundo, nuestro mundo, amanecía./ Llevabas en los ojos, en el pecho,/ tras el gesto implacable de la boca,/ un claro sonreir, un alba pura.»

Recuerda que el ministro socialista Julio Álvarez del Vayo le dijo: «Tú puedes ser más útil con una máquina de escribir que con una ametralladora». En aquellos años, «éramos jóvenes, sentíamos una inmensa simpatía por la revolución rusa y el comunismo… descubrí la existencia de campos de concentración en la Unión Soviética… Las dudas se convirtieron en críticas.» Durante su estancia en París se llenó de la influencia de surrealistas y existencialistas: «El surrealismo ha sido el escupitajo en la hostia y el clavel de dinamita en el confesionario… ha sido la bota de siete leguas de los escapados de las prisiones de la razón dialéctica.»

Octavio Paz estuvo casado durante treinta años con Elena Garro, una compañera de estudios de origen español, como él, con la que tuvo su única hija, Helena. Separado de Elena, le nombraron embajador en Delhi, donde se casó con la francesa Marie José «debajo de un nim muy frondoso. Los testigos fueron muchos mirlos, varias ardillas y tres amigos». En India se llenó de admiración por Buda «porque renunció a ser dios y porque, con ese mismo acto, renunció a ser hombre». Y en India «se da cuenta de la diferencia entre las colonizaciones españolas y las otras».

La matanza de octubre de 1968 en la Plaza de Las Tres Culturas le hace dimitir como embajador. De vuelta a México, donde dirige una revista literaria muy influyente, opina que «nuestros programas (políticos) deberán ser democráticos, pero no tienen que ser copia de las democracias burguesas occidentales. Deberán contener los gérmenes de un socialismo futuro». No obstante, la izquierda mexicana espera más de Paz. Un adversario dice de él que «tiene por pésimo consejero el afán de pontificar… de reducirlo todo para mejor entenderlo», y hay manifestaciones en las que se grita: Reagan rapaz, tu amigo es Octavio Paz. ¿Evolucionó a lo largo de su vida desde el marxismo hasta un liberalismo de derechas?

Paz sostuvo, desde1966, una amplísima relación epistolar con Pere Gimferrer (poeta catalán, más tarde «su amigo más querido», académico de la RAE y premio nacional de literatura). En las primeras cartas oficia de maestro: «Yo suprimiría muchos adjetivos que son obvios y previsibles ¿No habría una manera más ‘económica’ de decir esto?». «Yo también he pensado volver a la rima… (pero) en castellano la rima resulta más vulgar, más previsible». Y pontifica: «La poesía es el resultado del deseo que, a su vez, nace de la fatalidad interior». Fascinado por la numerología, dice: «Nunca he olvidado que la poesía es número».

Octavio Paz se muestra muy crítico con algunos de sus colegas. Así juzga la poesía de Juan Ramón (Jiménez): «el excesivo lirismo, los resabios modernistas y románticos, el desafortunado vocabulario del exquisitismo y el sentimentalismo. Lo cursi». Y a don Antonio: «Hay mucho Machado que no acaba de gustarme: costumbrismo, cierto romanticismo sentimental y ecos de poesía decimonónica e incluso modernista. Pero los pocos poemas que me gustan, me gustan de verdad y profundamente». Y a Blas: «No conocí a Otero, pero me parece que era un hombre con mucha angustia y pocas ideas». Y a Mario: «El perruno Benedetti, la Voz de su Amo». Y a Rafael y a Pablo: «Así como en Alberti hay un cirquero, en Neruda hay un orador populachero».

Paz deseó, y agradeció cuando le fue concedido, el premio Cervantes, pero del Nobel dice: «jamás he ambicionado ese malhadado premio», aunque sí fue a recogerlo. Octavio Paz, el contradictorio. Recordemos al poeta sensual:

«Voy por tu cuerpo como por el mundo./ Tu vientre es una plaza soleada,/ tus pechos dos iglesias donde oficia/ la sangre sus misterios paralelos.»

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