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Los Huxley: Notas sobre la vida y la obra de científicos eminentes (5)

Thomas H. Huxley

El inglés Thomas Henry Huxley (1825-1895) era hijo de un modesto maestro de escuela. Sin titulación, se embarcó como sanitario llevando un microscopio para estudiar a los peces. Por sus publicaciones, fue nombrado miembro de la ‘Royal Society’ y posteriormente doctor ‘honoris causa’ por varias universidades. Además de sus estudios en paleontología, taxonomía de los pájaros y etnología, fundó el ‘Royal College of Science’ y lideró la reforma educativa elemental y superior de su país. Considerado como el creador del concepto religioso del agnosticismo, enunció la declaración de independencia entren la Ciencia y la Religión. En la actualidad se le cita principalmente por haberse erigido en el defensor principal de la teoría de la evolución del enclaustrado Darwin. (¡Qué estúpido fui por no haberlo pensado!, dijo). En el extraordinario museo de Historia Natural de Londres puede admirarse una sala dedicada a la evolución montada por él.

Julian y Andrew Huxley

Al feliz matrimonio de T.H.Huxley y Henrietta le vivieron siete brillantes hijos. Uno de ellos, el escritor y biógrafo Leonard (1860- 1933) también fue afortunado con su descendencia: el hijo mayor, el biólogo Sir Julian (1887-1975), conocido por sus trabajos en hormonas, ornitología, ecología y, sobre todo, en evolución, fue el primer director general de la UNESCO; el menor, Sir Andrew (1917-2012), logró el premio Nobel de Fisiología o Medicina por sus aportaciones a la elucidación de la transmisión del impulso nervioso; entre ellos, el escritor y pensador Aldous (1894-1963), que no fue nombrado caballero de Imperio Británico.

Aldous Huxley

En 1932, Aldous dio a luz a su novela más famosa: ‘Un mundo feliz’, donde los niños nacen en incubadoras programadas para determinar un sistema de castas, unos seres reducidos al automatismo, una sociedad totalmente científica con la evolución impedida, una alegoría que nos advierte de que el progreso tecnológico pudiera ser utilizado para el acondicionamiento de los niños o para la aparición de un Gran Hermano tan ubicuo como Dios. En 1945 publicó la ‘Filosofía perenne’ que es aquella que «reconoce una divina Realidad, una Base inmanente, es decir, una Unidad en la Bondad». Aldous rastrea el misticismo, esa ansia de liberación que solo puede alcanzarse mediante la percepción de la identidad del espíritu individual con el Espíritu Universal, y lo encuentra en todas las religiones: en el hinduismo, en el budismo, en el hasidismo del judaísmo, en el islamismo de los sufíes, en el cristianismo platónico, en el gnosticismo, en San Agustín, en Meister Eckhart, en Santa Teresa de Ávila, en San Juan de la Cruz y hasta en el misticismo cósmico de Spinoza, Goethe y Blake.

Aldous Leonard Huxley, de profundas raíces científicas familiares, necesita investigar los mecanismos cerebrales que conducen a las visiones místicas. Él había utilizado la palabra soma en ‘Un mundo feliz’ en recuerdo de la droga psicodélica de origen dudoso (quizá extraída del hongo amanita muscaria) empleada por los religiosos hindúes para influir en el comportamiento de los fieles, y estaba interesado por el culto del ‘Espíritu del Peyote’ heredado de los aztecas. Él sabe que la disminución de la concentración de glucosa supone una mengua en la eficiencia cerebral, lo que puede permitir la aparición de procesos mentales atípicos; así, la escasez de alimentos en los inviernos medievales seguida de los ayunos de la Cuaresma pudieron propiciar, por debilidad del cerebro, la plétora de visiones místicas que hubo en la época. También conoce que el peyote, un cactus, contiene un alucinógeno: la mescalina, una sustancia cuya fórmula molecular está emparentada con la adrenalina, que causa cambios en la conciencia similares a los de la esquizofrenia al impedir (según interpretan algunos) la producción de las enzimas que regulan el suministro de glucosa a las células cerebrales. A fin de obtener datos experimentales acerca de lo que sienten un visionario o un místico, Aldous toma una determinación: se droga con 400 miligramos de mescalina bajo el control de su mujer y de un médico amigo, que hacen de observadores externos. Cuenta que las impresiones visuales se intensifican, que el interés por el espacio disminuye y el interés por el tiempo se reduce casi a cero, convirtiéndose el sujeto en un contemplativo que percibe lo infinito y santo y al que no le interesa ni el placer ni el poder. Pero es consciente de que cada individuo puede experimentar efectos diferentes; así, un esquizofrénico o una persona en condiciones desfavorables pueden tener visiones infernales, mientras que un drogado sano y sin problemas de hígado podrá tener visiones celestiales.

Además de la mescalina se conocen otros alucinógenos que pudieron ser el vehículo , y no las escobas, de los ‘viajes’ de las brujas. La psilocibina y la psilocina, contenidas en hongos y que actúan más rápidamente y con cantidades mucho menores que la mescalina (unos 20 miligramos) bloqueando la acción de la serotonina, el transmisor de los impulsos nerviosos. Incluso hay sustancias como la dietilamida del ácido lisérgico (LSD-25: con solo 0,1 mg su efecto puede durar varios días) consumida por los hippies en su búsqueda de una experiencia trascendental que iluminase un cambio de conciencia en la sociedad. Las drogas psicodélicas, al provocar una pérdida de la individualidad y una experiencia mística y religiosa pueden producir conversiones ¡Por eso hay quien dice que se han usado hostias impregnadas en sustancias visionarias!

No solo con alucinógenos se droga la gente ¿Cuántas personas son dependientes de estimulantes, tranquilizantes, euforizantes o antidepresivos? El opio, tan antiguo, además de ser un fuerte analgésico, elimina inhibiciones y desarrolla el ego. Contiene varios alcaloides, de los cuales el mayoritario es la morfina, que es efectiva con unos cinco miligramos, aunque como desarrolla rápidamente tolerancia, el usuario puede llegar a consumir hasta cinco gramos diarios. La heroína, el alcaloide más adictivo, se sintetiza a partir de la morfina (es diacetilmorfina) y tiene una potencia diez veces mayor. También sintética es la metadona, tan potente como la morfina y empleada en tratamientos de desintoxicación. Son relajantes y euforizantes los barbituratos, los bromuros, el hidrato de cloral y el paracetaldehído, que producen una sensación de bienestar en dosis adecuadas. Estimulantes de gran consumo son la nicotina, la cafeína o la teína, la cocaína o las anfetaminas, que facilitan la atención y la concentración, como bien saben los estudiantes. Tranquilizantes como la reserpina, la torazina o las fenotiazinas se emplean en el tratamiento de la hiperactividad y la epilepsia. Al cannabis (hachis, kif, marihuana o simplemente maría), paliativo del glaucoma, muchos lo consideran más peligroso y menos potente que el alcohol. Mejor que alcohol, llamémosle vino tinto de uvas tempranillo, o vino blanco de verdejo, llamémosle güisqui de malta o anís del mono con su cara de Darwin…

Monod. ARNm: Notas sobre la vida y la obra de científicos eminentes (4)

MONOD

Un trío de investigadores franceses fue galardonado en 1965 con el premio Nobel en Fisiología o Medicina: el virólogo André Lwoff y los bioquímicos Jacques Monod y François Jacob. Estos últimos propusieron, en 1961, la existencia del ácido ribonucleico mensajero, ARNm, que poseía una secuencia de bases complementaria con la del ADN. Postularon que transportaba la información codificada en su secuencia de bases a la secuencia de aminoácidos de una enzima, un catalizador biológico que hacía posible la síntesis de las proteínas necesarias para el sostenimiento y desarrollo de los organismos vivos. También postularon la existencia de genes del ADN reguladores de la síntesis del ARNm.

El más popular del trío es , sin duda, Monod (1910-1976), sobre todo debido a su famoso libro ‘El azar y la necesidad’ (1970) en el que defiende que tanto el origen de la vida como la evolución son el resultado del azar. En el libro deja claro que «los seres vivos realizan y prosiguen un proyecto», ya que «el organismo es una máquina que se construye a sí misma, autónoma, donde los ácidos nucleicos aseguran la invarianza genética y las proteínas son las responsables de casi todas las estructuras». Con respecto a la evolución, dice que lo maravilloso es considerar que «de una fuente de ruido, la selección natural haya podido sacar todas las músicas de biosfera» y que «el factor decisivo de la selección no es la lucha por la vida, sino, en el seno de una especie, la tasa diferencial de reproducción». Además, aunque «en lo esencial el problema de la evolución está resuelto, no lo está ni el origen del código genético ni el mecanismo de su traducción». Según Monod, «el hombre es el estado supremo al que ha llegado la evolución sin haberlo buscado o previsto», y ahora «sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del universo».

Jerzy Kosinski, un escritor que disfrutaba con la confusión y la impostura, un novelista acusado de plagios, vivió y narró las últimas horas de Monod. Cuenta que éste perteneció a la resistencia francesa durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial, que era un hombre de izquierdas que estaba a favor de la eutanasia y el aborto y que había pertenecido, con su amigo Albert Camus, al partido comunista durante algún tiempo. Monod, a la sazón, padecía anemia hemolítica, una enfermedad durante la cual la producción de la médula ósea no compensa la destrucción de glóbulos rojos y en la que se puede pronosticar el número de días de vida que le quedan al paciente. Kosinski certifica que, habiéndose negado Monod a recibir más transfusiones, encendió un cigarrillo y entró en su casa de Cannes, solo, para no volver a salir sino para ser enterrado.

Severo Ochoa. ARN: Notas sobre la vida y la obra de científicos eminentes (3)

OCHOA

En 1959, un acontecimiento insólito: el ciudadano estadounidense Severo Ochoa, nacido en la villa asturiana de Luarca en 1905, obtiene el premio Nobel de Fisiología o Medicina. (¡Cuan largo camino hubo de recorrer!). El niño Severo estudiaba bachillerato en Málaga en el tiempo en que el gran Cajal explicaba sus lecciones a unos estudiantes de medicina que se comportaban como monos en la jungla, se tiraban pelotitas de papel, decían gracias, entraban y salían de clase abusando del ensimismamiento del profesor (sí, sí, así lo cuentan), en el mismo tiempo en el que el gran Unamuno decía aquello de «que inventen ellos, entre Descartes y San Juan de la Cruz, me quedaría con este». A lo que parece, España no era un país muy adicto a la ciencia cuando el bachiller Severo llegó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid. No obstante, allí encontró un maestro: un profesor de fisiología formado en Alemania, un canario de familia pudiente casado con la ucraniana María Mijailov, un investigador en las glándulas suprarrenales que explicaba dinámica de las funciones orgánicas sin rutina memorística y con prácticas de laboratorio, un ciudadano español que sabía alemán, inglés, francés, italiano y ruso, un catedrático conectado con la Institución Libre de Enseñanza y con la Residencia de Estudiantes que ponía revistas científicas en alemán e inglés a disposición de los alumnos, un individuo que respondía al nombre de Juan Negrín. Después de que Ochoa leyera su tesis doctoral, Negrín le facilitó una estancia de dos años en la Universidad de Heidelberg para que estudiase la fisiología y bioquímica del músculo con el premio Nobel de 1922 Otto Meyerhof, famoso por su investigación sobre el ciclo glicógeno – ácido láctico en la acción muscular.

De nuevo en Madrid, trabajó como investigador y profesor en la división de fisiología, vivió en la Residencia, se casó con Carmen García Cobián y, cuando Madrid estaba atacado por las tropas de Franco, Negrín, ahora ministro de Hacienda, firmó salvoconductos al matrimonio Ochoa para que pudieran pasar a Francia. Ochoa consigue trabajar en la Universidad de Oxford sobre la función de la vitamina B1 (tiamina) en el organismo y, a continuación, ya en Estados Unidos, colabora en la Universidad de Sant Louis con el matrimonio Cori (más tarde, en 1947, premios Nobel) en el aislamiento y purificación de enzimas. Nombrado en 1946 profesor de Farmacología y en 1954 profesor y decano de Bioquímica de la Universidad de Nueva York, dispone ¡al fin! de un laboratorio y un equipo de investigación propios, con los que logra descubrir una enzima bacteriana, y solo bacteriana, a la que llamó polinucleótido fosforilasa. La enzima degrada en la célula el ácido desoxirribonucleico (ARN), pero en condiciones de tubo de ensayo su función es inversa y Ochoa sintetiza ARN de elevado peso molecular. El ARN es de gran importancia en el curso normal de expresión de la información genética: según el ‘dogma de la biología molecular’ definido por Francis Crick, la información pasa del ADN al ARN para la síntesis de proteínas en la célula. El artículo en el que describía Ochoa esta investigación, publicado en el Journal of the American Chemical Society, tuvo repercusión en la prensa diaria, por lo que el autor se vio obligado a precisar que su descubrimiento ers importante, pero no sensacional, y que no era capaz de predecir si tendría aplicaciones prácticas contra el cáncer o contra los virus. Más allá de las realistas manifestaciones de Ochoa, otros científicos, aprovechando su procedimiento, fueron capaces de entender y recrear el proceso por el que la información hereditaria contenida en los genes es traducida, a través de ARN intermedios, en enzimas que determinan las funciones y el carácter de cada célula. Poco después de la publicación de su artículo más importante (escribió cientos a lo largo de su vida), Ochoa se acogió a la nacionalidad estadounidense, quizá previendo que esta decisión favorecería la concesión del premio Nobel. Fuera como fuere, tan solo tres años más tarde le fue concedido el premio junto a su discípulo y ayudante el judío de Brooklyn Arthur Kornberg, quien, siguiendo los pasos de su maestro, aisló y purificó la enzima ahora denominada ADN polimerasa, con la que consiguió sintetizar moléculas de ADN de bajo peso molecular fuera de la célula bacteriana.

El matrimonio Ochoa tenía nostalgia de España y, según cuenta su amigo y biógrafo el periodista Marino Gómez Santos, hicieron frecuentes visitas antes de que Severo se implicase en la creación de un centro de excelencia en la investigación de biología molecular en la Universidad Autónoma de Madrid. Una placa en la plaza madrileña de Rubén Darío recuerda el lugar donde vivió los últimos años de su vida, que se prolongó hasta el primero de noviembre de 1993. Antes nos había aleccionado, inútilmente, sobre los pasos que había que dar para impulsar la investigación básica española y evitar así que muchos jóvenes científicos pasasen su vida, como él, en una perpetua trashumancia. También nos legó su pensamiento teológico: «Sigo siendo no creyente. El universo se reduce a física y química, es materia, materia y energía. Para mí, Dios es la naturaleza de las cosas. No creo en Dios, entendido como se ha hecho en las religiones comunes. El mundo tiende a ser menos creyente desde el punto de vista religioso y, desde luego, su parte de culpa la tienen los recientes avances científicos». Y recordaba la aleluya de un compañero de residencia: «Dios en su inmensa bondad/ harto jodidos nos tiene./ ¿Será porque le conviene?/ Hágase su voluntad.»

Linus Pauling (1). Fórmulas tridimensionales: Notas sobre la vida y la obra de científicos eminentes (2)

PAULING

El estadounidense de Portland (Oregón) Linus Carl Pauling (1901-1994) es el único titular de dos premios Nobel sin compartir ninguno: el de química en 1954 y el de la paz en 1962. Como activista de la paz protagonizó campañas internacionales contra la proliferación de las armas nucleares y contra la guerra, por lo que fue tachado en su país de sospechoso de comunismo y castigado con la retirada del pasaporte. En 1958 publicó el libro ‘No more war’. La campaña divulgadora de Pauling acerca de los efectos de la radiactividad ambiental originada por las explosiones atómicas (defectos físicos y mentales en los niños, abortos espontáneos, casos de leucemia y cáncer óseo) produjo un fuerte refrendo popular e indujo a las superpotencias a firmar un tratado en 1963 que prohibía las pruebas atómicas en la atmósfera.

La aportación de Pauling a la química fue cualquier cosa menos modesta: ¡Inauguró la química física moderna aplicando la mecánica cuántica! (Estudió, becado, física teórica con Sommerfeld, Bohr y Schrödinger, y aprendió difracción de rayos X con Bragg) ¡Extendió las fórmulas químicas de las sustancias, hasta entonces expresadas en dos dimensiones, a configuraciones estructurales en el espacio tridimensional! Después de años de agria oposición por parte de los inmovilistas, todos los químicos se han apoyado en los conceptos básicos establecidos por él tales como la electronegatividad, la resonancia y la hibridación, y han utilizado los datos de su libro ‘La naturaleza del enlace químico’ (1939) para el cálculo de las propiedades de las moléculas.

Quizá su trabajo más importante en bioquímica fue determinar la estructura helicoidal (tridimensional, por supuesto) de las proteínas, basándose en los datos de ángulos y longitudes de enlace, en las propiedades del enlace peptídico, en el enlace de hidrógeno y en el método de difracción de rayos X. Sus conclusiones sobre la estructura proteínica le sirvieron para adelantar la conformación de los anticuerpos y la existencia de hemoglobinas anómalas vinculadas a las anemias hereditarias ¡Y abrieron la puerta a la biología molecular!

Watson cuenta en su librito ‘La doble hélice’ cómo él y Crick, apurados y con el miedo en el cuerpo, trabajaron denodadamente para adelantarse a Pauling en la publicación de sus resultados sobre la estructura del ADN. Lo lograron, y utilizando los datos y el método de trabajo de Pauling (y unas fotografías de difracción de rayos X a las que Pauling no tuvo acceso por estar sin pasaporte) ¡evitaron que consiguiera un tercer premio Nobel!

¿Se le subieron los éxitos a la cabeza? Parece ser que no, ya que manifestaba: «No soy más inteligente que mis colegas, si acaso, muy perseverante».

Watson y Crick. ADN: Notas sobre la vida y la obra de científicos eminentes (1)

Los 14 artículos desarrollados en este apartado del blog Juan Martín Mira / Universal también proceden del libro ‘Apuntes tomados a través de una vida’ con algunas reformas. Fueron escritos con el afán divulgador propio de un viejo profesor jubilado.

WATSON y CRICK

En 1951 llega a Cambridge (Inglaterra) un joven becario estadounidense, un biólogo llamado James Watson, obsesionado por las investigaciones de A.T. Avery que sugerían que los caracteres hereditarios podían ser transmitidos de una célula a otra por moléculas purificadas del ácido desoxirribonucleico (ADN), a pesar de que en aquellos tiempos se prefería creer que los genes eran proteínas. Watson sabía que Maurice Wilkins, un físico del King’s College de Londres poseía fotografías del espectro de difracción de rayos X del ADN cristalino, y le costó poco convencer a Francis Crick, un físico de penetrante mente errabunda, aullador más que hablador sin tasa, defensor de la idea de que la religión es un error de generaciones pasadas que no hay por qué perpetuar, de que el conocimiento de la estructura tridimensional del ADN aclararía su papel en la herencia. Un serio peligro se cernía sobre el proyecto de investigación de Watson y Crick: Linus Pauling, el mejor químico del mundo, de peligrosa inteligencia y sonrisa contagiosa, descubridor de la estructura en hélice alfa de las proteínas con el conocimiento de las distancias y ángulos de enlace y mediante la utilización de esos juguetes denominados modelos moleculares, había pedido a Wilkins copias de las fotografías de rayos X del ADN. Watson debe darse prisa si quiere derrotar a Pauling: decide emplear modelos moleculares y apoyarse en los datos de difracción aportados por Rosalind Franklin, una feminista de fuerte carácter que ha demostrado que el ADN tiene una cadena exterior formada por eslabones de azúcar – fosfato, y de cuyos datos Crick ha deducido la forma helicoidal de la cadena. Por aquel tiempo, el olvidado bioquímico Erwin Chargaff defendía que las bases nitrogenadas que constituían el ADN, además de la cadena azúcar – fosfato, se presentaban de manera que el número de moléculas de adenina (A) era análogo al número de moléculas de timina (T), y también resultaban empatadas las moléculas de guanina (G) y citosina (C). Además, el químico orgánico J.Donahue advierte a Watson que pueden unirse A con T y G con C por medio de enlaces de hidrógeno.

Con todos estos datos y con la ayuda de unos deficientes modelos moleculares, Watson y Crick fueron capaces de construir la estructura tridimensional del ADN que se exhibe hoy en día en todos los museos de la ciencia del mundo: dos cadenas helicoidales entrecruzadas de azúcar – fosfato unidas horizontalmente por bases nitrogenadas planas A-T y G-C. Lo más interesante de la elegante estructura propuesta es que permitía explicar la transferencia de información genética. Así, al separarse las dos cadenas, sirven como modelo para la formación de nuevas cadenas idénticas a las anteriores, mediante la adición de pequeñas moléculas existentes en la célula. Este proceso explica la replicación del gen y del cromosoma. Además, como demostró posteriormente Francis Crick, un triplete de bases nitrogenadas situadas a lo largo de la cadena define un código que transmite, mediante un ARN mensajero, la posición de un aminoácido en la estructura de una de las proteínas responsable de las funciones específicas de la célula.

Watson y Crick, junto a Wilkins, recibieron por este trabajo el premio Nobel de fisiología o medicina en 1962; pero ¿quién se acuerda de las decisivas contribuciones de Franklin, Chargaff y Donahue? Curiosamente, en el mismo año le concedieron a Linus Pauling el premio Nobel de la paz.

Heinlein y Asimov: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (33)

HEINLEIN

Robert A. Heinlein (1907-1988), prolífico escritor estadounidense, está considerado uno de los tres grandes de la ciencia ficción, junto a Isaac Asimov y Arthur Clarke. Como militar sirvió en la Armada durante cinco años hasta que fue licenciado por enfermar del pulmón. Estudió ingeniería, matemáticas y arquitectura, pero acabó dedicándose a escribir para alimentar a su familia.

Su acendrado espíritu militar se exhibe en toda su obra. Así, en ‘Starship troopers’ se pueden leer cosas como estas: «La moral social deriva del instinto de supervivencia; la conducta moral es la conducta de la supervivencia por encima del nivel individual. La guerra, que resulta del crecimiento de la población, deriva del mismo instinto heredado». «La vida civil es absurdamente compleja e increíblemente desordenada». «El sentido moral se crea férreamente. Hay que predicar el deber a los chicos con una zurra, que es como lo entienden». «No hay armas peligrosas sino hombre peligrosos. Hay que ser peligroso con el enemigo». Para Heinlein el patriotismo armado debe estar por encima de todo. «Los que se niegan a mantener y defender un Estado no tienen derecho a reclamar la protección de ese Estado. Matar a un anarquista o a un pacifista no debería definirse como asesinato en el sentido legal del término.»

En su voluminosa novela ‘Tiempo para amar’, las naves se mueven por toda la galaxia sin problemas de tiempo, los ordenadores pueden convertirse en humanos y las personas de la familia privilegiada, que no salen de casa sin estar bien armados, viven miles de años y engendran sin parar. El protagonista, que tiene más de dos mil años, viaja en el tiempo y copula con su madre. En esta novela, Heinlein expone ideas sobre varias creencias: «La religión es una muleta para las personas que no son lo bastante fuertes para enfrentarse a lo desconocido sin ayuda». «La noción más ridícula que el homo sapiens ha inventado es que el dios de la creación desea la adoración de sus criaturas, que las plegarias pueden influir en Él. La segunda noción más ridícula es que la cópula es en esencia pecaminosa». «La fe es para la congregación, al sacerdote le perjudica». «Quizá Jesús tenía razón cuando dijo que los mansos heredarán la tierra, pero heredan unas parcelas muy pequeñas, unos dos metros por uno y medio».

En su última obra ‘El gato que atraviesa las paredes’ parece haberse vuelto loco ¿o nos ha estado tomando el pelo todo el tiempo?

ASIMOV

Isaac Asimov (1920-1992) nació en Petrovichi, Rusia, en el seno de una familia judía que emigró a Nueva York cuando tenía tres años. Estudió en la Universidad de Columbia y se doctoró en Bioquímica en 1947, pero en vez de dedicarse a la investigación se convirtió en un prolífico escritor con más de doscientos volúmenes sobre ciencia ficción y divulgación científica publicados a lo largo de su vida.

Sus novelas de ficción çósmica de mayor éxito son la trilogía de la ‘Fundación’ y la serie dedicada a los robots, aunque él mismo opina que en el relato ‘El hombre del bicentenario’ y en la segunda parte de la novela ‘Los propios dioses’ escribió por encima de sus posibilidades. También publicó colecciones de cuentos y escribió algunas novelas negras.

Las obras de divulgación científica, escritas tanto para vivir como para culturizar a las personas ‘de letras’ (y a casi todos los técnicos y teóricos, incluido el que esto escribe), cubren un amplio espectro. Algunos ejemplos son los siguientes: ‘El código genético’, ‘Breve historia de la química’, ‘El universo’, ‘Introducción a la ciencia’ (trata de física, química y biología), ‘Cien preguntas básicas sobre la ciencia’, ‘Marte, el planeta rojo’…

En sus ‘Memorias’, publicadas póstumamente, habla con la claridad de siempre de su vida e ideas:

«Reagan es un descerebrado que repite las opiniones de cualquiera que esté cerca de él. Cambió a la liberal Jane Wyman por la ultra conservadora Nancy».

«El cielo islámico tiene huríes,,, una casa de sexo eterna… El cielo cristiano se presenta como un lugar en el que todo el mundo tiene alas y toca el arpa ¿Qué ser humano con una inteligencia media puede creer en ninguno de esos cielos o de los otros? El cielo de Milton es un canto eterno de alabanza a Dios. No es de extrañar que una tercera parte de los ángeles se rebelaran. Cuando fueron arrojados al infierno se dedicaron a ejercicios intelectuales». «Si no fuera ateo creería en un Dios que prefiera un ateo honesto a un telepredicador, que no permitiese el infierno. La tortura infinita solo puede ser un castigo para el mal infinito».

«No soy sionista. No creo que los judíos tengan el derecho ancestral de ocupar una tierra por que sus antepasados vivieron allí hace dos mil años (pensemos en los indios, en los aborígenes y en los maoríes). Israel es un gueto rodeado por millones de musulmanes». «Creo que a ningún grupo humano le conviene pertenecer a una ‘patria’. Soy partidario de la diversidad cultural. Los sentimientos localistas deben de ser culturales y benignos. No creo en las naciones. Solo existe la humanidad».

«Los fractales tienen dimensiones fraccionarias (por eso se llaman fractales). Pueden tener una complejidad infinita, de modo que una pequeña parte es tan compleja como el conjunto. El conocimiento científico tiene propiedades de fractal. Por poco que no comprendamos, ese poco es infinitamente complejo».

Greene, Graves y Kertézs: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (32)

GREENE

El escritor inglés Graham Greene (1904 – 1991) es famoso sobre todo por sus novelas negras, de espías y de conflictos internacionales que fueron en su mayoría llevadas al cine. No le concedieron el premio Nobel pese a que fue nominado varias veces.

En sus muy parciales memorias ‘Una especie de vida’ cuenta que la etapa más feliz de su vida fue cuando, en su niñez, se escapó al campo y se le psicoanalizó. Después entró en la que «entre los periodos de excitación sexual aparecían atroces crisis de aburrimiento», pero encontró «otro alivio para la enfermedad del aburrimiento… pasé todo un año borracho». Y se lamenta: «¡Qué complicaciones me trajeron aquellos años huérfanos de experiencia!». Jugaba, en serio, a suicidarse con la ruleta rusa. Las conversaciones que mantuvo con un cura, de las que no da noticia, le condujeron a convertirse al catolicismo y a casarse con una católica.

Afiliado al partido laborista independiente, que llamaba contrarrevolucionario al partido laborista, y «tras mi experiencia en la guerra francesa de Vietnam, sentí hacia el comunismo una simpatía mayor que nunca, aunque cada vez menos en su versión rusa». Al principio de la guerra civil española apoyó al POUM trotskista, pero más tarde, en sus artículos, apoyaba unas veces al bando franquista y otras al país vasco, esto es, allí donde hubiera católicos. Años después hizo la ruta del Quijote con un cura manchego amigo suyo.

GRAVES

En 1985 falleció en su casa de Deyá (Mallorca), donde residía desde 1929, el apreciado poeta británico y famoso novelista Robert Graves, nacido en 1895, traductor de ‘El Rubaiyat’ de Omar Kheyam y autor de ‘Yo Claudio’. En su autobiografía parcial ‘Adiós a todo eso’ evoca sus años escolares: «En las escuelas primarias y en los internados los idilios son necesariamente homosexuales. Se desprecia el sexo opuesto. Por un homosexual de nacimiento, el sistema de internado fabrica por lo menos diez pseudo homosexuales permanentes. La relación culminante ocurría casi siempre entre muchachos de la misma edad, quienes no se amaban, sino que se utilizaban como objetos sexuales». Asimismo, rememora sus vivencias durante la Primera Guerra Mundial: «Me resulta muy difícil simpatizar con los franceses. Lo que ocurre aquí es peor que la inhospitalidad, ya que estamos combatiendo por sus sucias vidas». «Creo que ni siquiera un soldado de cada cien se inspiraba en sentimientos religiosos».

KERTÉZS

El premio Nobel de literatura del 2002 recayó en Imre Kertézs, judío nacido en Budapest, que fue así el primer literato húngaro premiado. En las conversaciones mantenidas con su editor, Zoltán Hafner, publicadas en el libro ‘Dosier K.’, este le pregunta por su estancia en los campos de concentración nazis de Buchenwald y Auschwitz a los 14 y 15 años de edad: «Buchenwald era más ‘suave’, el mayor horror estaba en Auschwitz». «El desdichado término holocausto (todo quemado) debe cambiarse por su verdadero nombre: la destrucción de los judíos europeos». Le recuerda que después del campo fue comunista, ¿y de viejo?: «Si en Hungría existiera un verdadero partido conservador, lo apoyaría sinceramente.» ¿Estás seguro? «No».

Hafner le pregunta si puede evocarse tal como era cuando escribía comedias musicales populares para comer, con aquella desorientación, en ausencia de una dirección: «Me decidí por la escritura. Me impactaron Thomas Mann y Albert Camus, Kafka, Kant y Schopenhauer». «Solo se puede escribir desde un exceso de energías, es decir, desde la alegría. La escritura es vida intensificada.»

Preguntado por su vida durante la dictadura húngara tras la guerra, responde: «El ciudadano que vive en una dictadura y que no se encuentra precisamente en la cárcel es tan solo un preso que está de permiso». «El suicidio en tiempos de la dictadura parecía la única alternativa a seguir viviendo… Si hubiera tenido algún instrumento menos brutal: morfina o algún veneno fiable…»

Morrison y Poniatowska: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (31)

MORRISON

El premio Nobel de literatura se lo concedieron (con discriminación positiva por su condición de mujer y afroamericana, dicen sus críticos literarios) a Toni Morrison (nacida Chloe A. Wofford en Ohio 1931), por su obra dedicada a la experiencia femenina negra dentro de la comunidad negra, con el objetivo de «combatir el racismo que existe en el lenguaje de Estados Unidos». Su mayor éxito fue la novela ‘Beloved’, premio Pulitzer 1987.

En su primera novela ‘Ojos azules’ (1970) describe el mundo negro, entre miserable y emergente, que aspira al modo blanco de vida, y narra el deseo de una niña de doce años, negra y fea, de alcanzar la belleza obteniendo unos ojos azules, los más azules del mundo.

En la novela ‘Jazz’, Morrison cuenta el asentamiento del bracero negro en la ciudad: «En el instante en que llegan… y vislumbran las amplias calles y las pródigas farolas que las alumbran, comprenden que han nacido para aquello… La tranquilidad de aquella mujer que trabaja en la cocina cuando sabe… que el producto que necesite se encuentra justo a la vuelta de la esquina y no a once kilómetros de distancia, la estupefacción de abrir la ventana y quedar hipnotizada durante horas por la gente que hay abajo, en la calle… No hay aire en la ciudad, pero hay aliento… En un dos por tres se olvida de los arroyuelos pedregosos y de los manzanos… Olvida aquel sol que se desliza en lo alto… y no lo echa de menos, no mira hacia arriba para ver qué ha sido de él y de las estrellas, que han perdido toda relevancia tras la luz… de las farolas».

PONIATOWSKA

La escritora mexicana Elena Poniatowska nació en 1932. Su familia desciende de un antiguo rey polaco. A los nueve años, en plena Segunda Guerra Mundial, la trasladaron a México desde París. Allí se casó con el astrónomo Guillermo Haro y se dedicó al periodismo. Ella reconoce que sus novelas son fruto de las múltiples entrevistas que le encantaba realizar. En el año 2013 recibió el premio Cervantes, la mayor distinción de las letras españolas.

Su última novela se la dedica a la pintora y escritora de cuentos Leonora Carrington, hija del dueño de la multinaciomal ‘Imperial Chemical Industry’, y pareja del pintor surrealista Max Ernst. En París coincidió con Paul Eluard, André Breton, Picasso (que «maltrataba a Dora Maar, maltrecha, como en sus cuadros»), Buñuel («un buen hombre»), Dalí («una ramera»)… «No se podía entender el surrealismo sin el psicoanálisis». Cuando a Ernst, judío, lo internaron los nazis en un campo de concentración, Leonora enloqueció y fue internada en un manicomio de lujo en Santander. Huye a México ayudada por el poeta Renato Leduc, con quien se casa. Una vez separada, se casó con el fotógrafo judío Weisz, amigo íntimo de Capa, con el que tuvo dos hijos. Llegó a vieja, esto es, a ser «una bolsa rancia de carne en descomposición» reducida, ya que «la edad te encoje para que quepas mejor en el ataúd.»

Miller y Burgess: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (30)

MILLER

Henry Miller (1891-1980) fue una persona libre y de pensamiento original. Dejó escrito que «desde el principio mismo debo haberme enseñado a no desear nada con demasiado ahínco. Desde el principio mismo fui independiente, de un modo falso. No tenía necesidad de nadie porque quería ser libre, libre para no dar nada más que lo que me dictara mi capricho». «Todos los que me rodeaban eran fracasados, ridículos. Especialmente los que habían triunfado… Espíritus inquietos, pero no aventureros. Espíritus atormentados, incapaces de vivir en el presente. Cobardes ellos, incluyéndome a mí… Todo era para el mañana, pero ese mañana no llegaba nunca». Al fin «encontré que lo que había deseado toda mi vida era expresarme». «Esto que escribo no es un libro. Es libelo, calumnia, difamación… Es un insulto prolongado, un escupitajo en la faz del Arte, una patada en el culo a Dios, al Hombre, al Destino, al Tiempo, al Amor, a la Belleza…»

Sus novelas (‘Primavera negra’, ‘Trópicos de cáncer y capricornio’, ‘Sexus’, ‘Plexus’, ‘Nexus’), autobiográficas y con sexo explícito, fueron prohibidas en Gran Bretaña y en Estados Unidos hasta 1960, pero no en Francia.

El sexo: «Cuando me asomo a ese coño de puta, cansado de tanto joder… Esa hendidura… se ríe de mí también, riéndose por entre las mohosas barbas.»

El odio: «Quiero aniquilar al mundo entero. No formo parte de él. Estoy loco, loco de dolor, loco de angustia.»

Y la desesperación: «La ciudad se había convertido en una enorme tumba en la que los hombres luchaban por merecer una muerte decente… Se movían a paso de caracol, cumpliendo cada uno su microscópico destino.»

BURGESS

El británico Anthony Burgess (1917- 1993), era novelista desde que, en 1960, le dieron un año de vida por un falso tumor cerebral. Su novela más famosa ‘La naranja mecánica’ (1962), la escribió bajo la impresión de las violentas peleas retadas entre los ‘mods’ y los ‘rockers’ ingleses. En ella empleó un argot juvenil futuro de unas doscientas palabras inventadas, que él llamó ‘nasdat’, para examinar el fracaso de la sociedad en la rehabilitación psicológica de un joven delincuente violento. Aún más famosa que la novela es la película de Elia Kazan (el director odiado por los actores por sus cientos de tomas de cada escena), cuyo final, para desesperación de Burgess, fue opuesto al suyo. Además, el editor le impuso un diccionario del argot.

En ‘Poderes terrenales’ recuerda que «Blaise Pascal fue el primero en utilizar la palabra ‘roulette’… Estaba muy interesado en los misterios del azar… inventó la primera máquina calculadora, el autobús público y el reloj de pulsera». (Y aun así no hace a Pascal todo el elogio que merece. Como matemático fue el autor de la teoría de las probabilidades. Como físico, hasta los niños conocen su principio de la hidráulica. Como filósofo de la religión, defendió el jansenismo contra los jesuítas ¡Y solo vivió entre 1623 y 1662!). También recuerda que «el cristianismo bendice el vino y el islam lo aborrece». Y saca al viento sus ironías: «Qué majestuosa aquella ciudad, a la que a veces llamaban Jew York». «¿Qué significa ser judío? Pertenecer a una raza que se considera elegida por su dios tribal para situarse por encima de los demás pueblos». «Os dejo a vosotros, ingleses, lo de llamar a Franco caballero cristiano. La Iglesia se equivoca al alienarse con los falangistas solo porque hacen a la Virgen María capitana general de su maldito ejército asesino.»

Beckett y Calvino: Citas y anotaciones de las obras de grandes escritores (29)

BECKETT

El irlandés Samuel Beckett (1906 – 1989), profesor de francés en Dublín y de inglés en París, donde colaboró con la resistencia francesa durante la guerra, escribió en las dos lenguas en ensayos sobre Joyce, con quien se relacionó como secretario y amigo, y sobre Proust. Se negó a ir a Estocolmo a recibir el premio Nobel de literatura en 1969, pero lo aceptó.

En su obra de teatro más conocida, ‘Esperando Godot’, dos individuos que han sido arrojados al mundo sin haberlo pedido, mantienen diálogos para besugos:

«E.- ¿Puedo ayudarle? P.- Quizá, si me lo pidiera. E,. ¿Qué? P.- Si me pidiera que volviera a sentarme. E.- ¿Eso serviría de algo? P,- Creo que sí. E.- Pues bueno. Vuelva a sentarse, señor, se lo ruego. P.- No, no, no merece la pena. (En voz baja). Insista un poco.»

En la obra ‘Fin de partida’, el escenario es una habitación circular con dos ventanas (¿el interior del cerebro?), donde un personaje ciego e impedido, un hombre robótico y una pareja de ancianos sin piernas que viven en dos cubos de basura con tapa, discurren sobre su disolución.

En ‘La última cinta de Krapp’ narra las añoranzas de un viejo que recuerda cosas como esta: «Sus ojos eran como líneas por culpa del sol. Me incliné sobre ella para darles sombra y se abrieron. Déjame que te la meta».

En sus novelas ‘Molloy Malone muere’ y ‘El innombrable’ trata de la desesperación de vivir una vida confusa donde todo es borroso: «Poco importa que haya nacido o no, que haya vivido o no, que esté muerto o solo agonizante, haré lo que siempre he hecho, en ignorancia de lo que hago, de quién soy, de dónde soy, de si soy.»

(¿Era D. Samuel avieso en la crítica?)

CALVINO

En 1985 desaparece el periodista de L’Unitá, cuentista y novelista italiano Italo Calvino, nacido en Cuba en 1923. Su mayor éxito internacional fue ‘Nuestros antepasados’, tres cuentos o fábulas entre la realidad y la imaginación.

En la novela ‘El vizconde demediado’, un hombre partido verticalmente en dos por una bala de cañón es mitad bueno y mitad malo, y acaba reunido por el amor de una campesina.

En ‘El caballero inexistente’, Carlomagno presenta a los personajes: «Este súbdito que existe pero que no sabe que existe (el escudero), y ese paladín mío que sabe que existe y en cambio no existe (el caballero, una armadura blanca vacía)». Además, aparecen el joven que busca las pruebas del existir y otro joven para quien el ser es más que uno mismo.

‘El Barón rampante’ es un niño desobediente que a los doce años se sube a un árbol y no baja, pululando por los bosques hasta su muerte a los sesenta y pico. Participa desde arriba en los acontecimientos sociales: piratas, masonería, revolución francesa, sexo, amor…

(¿Gustaba D. Italo de la crítica desde el absurdo?)