Los polímeros, las macromoléculas, un tema amplísimo que abarca plásticos, cauchos, fibras, adhesivos, revestimientos…
El primer plástico obtenido fue el celuloide, un derivado de la celulosa (nitrocelulosa) ablandado con aceites y alcanfor, susceptible de transformarse en una sustancia viscosa por el calor, por lo que se le clasifica como termoplástico. Después, Baekeland obtuvo la baquelita, un producto termoestable, polimerizando fenol con formaldehído. A estos siguieron una enorme cantidad de compuestos obtenidos a partir de las materias primas procedentes no solo de la celulosa, de la caseína de la leche o de la lignina de la madera, sino sobre todo de los productos de la destilación del carbón y del petróleo.
La fabricación a partir de los polímeros de láminas, objetos, espumas y materiales en general resultó interesante tanto económicamente como por su baja densidad y resistencia a la corrosión, por lo que desplazaron en muchas aplicaciones a los metales, a la madera y al vidrio; así, con PVC (cloruro de polivinilo) se hicieron cañerías, pavimentos con las resinas epoxi, discos compactos con el policarbonato, ventanas resistentes al impacto con el polimetilmetacrilato. Se hicieron fibras sintéticas imitando a la seda, al algodón y a la lana, tales como el nilón (nailon o nylon -New York London-, policaprolactama), el rayón (celulosa regenerada) y el acrilán (poliacrilonitrilo), y otras con propiedades especiales, como la lycra (poliuretano) para ropa deportiva, el terylene para ropas que no se planchan, el modacrilic par ropas resistentes al fuego o el keblar para chalecos antibalas. También se hicieron sustitutos del caucho natural (el poliisopreno sangrado del árbol Hevea) con o sin vulcanización, tales como el estireno-butadieno, el neopreno (policloropreno), el tiokol (polisulfuro) o la silicona (polisiloxano). Y más y más. Por ejemplo…
El premio Nobel de Química de año 2000 lo recibieron el japonés Hideki Shirakawa y los estadounidenses Alan G. Diarmid y Alan J. Heeger por el descubrimiento de los plásticos conductores de la electricidad. El primero de estos interesantes compuestos fue sintetizado en el laboratorio de Shirakawa cuando un becario añadió por error mil veces más cantidad de catalizador de la debida en la preparación del poliacetileno: en lugar de un polvo negro obtuvo un film plateado. Una chiripa (eso que ahora llaman serendipia por la inútil traducción del inglés serendipity). Las investigaciones posteriores de los tres premiados se centraron en probar otros contaminantes del polímero, así, sometiéndolo a la acción de vapores de yodo consiguieron aumentar la conductividad diez millones de veces, esto es, haciéndolo tan buen conductor como algunos metales. Las aplicaciones actuales de los polímeros conductores son muchas: pantallas de ordenador que amortiguan las radiaciones, películas fotográficas sin electricidad estática, ventanas que filtran la radiación solar, células solares, diodos emisores de luz (LED), pantallas de los teléfonos móviles y mini televisores y, en expectativa, la posibilidad de producir componentes electrónicos formados por moléculas orgánicas individuales fáciles de sintetizar que pueden reducir el tamaño de los ordenadores y aumentar la velocidad de transmisión de la información.