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Citas del libro rojo de Mao

Mao Zedong, antes Mao Tse-Tung, vivió entre 1893 y 1976. Desde 1931 fue líder del Partido Comunista Chino. Entre 1927 y 1934 organizó la guerrilla comunista contra el partido nacionalista en el poder presidido por Chiang Kai-Shek. En 1934 el Ejército Rojo inicia su famosa Larga Marcha.

Dice Mao: «Son nuestros enemigos todos aquellos que están confabulados con el imperialismo: los caudillos militares, los burócratas, la burguesía compradora, la clase de los grandes terratenientes y el sector reaccionario de la intelectualidad subordinado a ellos».

«Los principios militares del Ejército Popular de Liberación son éstos: asestar golpes primero a las fuerzas enemigas dispersas y aisladas, y luego a las concentradas y poderosas; tomar primero las ciudades pequeñas y medianas; tener por objetivo principal el aniquilamiento de la fuerza viva y no el mantenimiento de ciudades o territorios; concentrar fuerzas absolutamente superiores a las del enemigo; no dar ninguna batalla sin preparación…»

En abril de 1949 el Ejército Popular obtiene una decisiva victoria en Nanking. Dice Mao: «Un Partido disciplinado, pertrechado con la teoría marxista-leninista y que practica la autocrítica y se mantiene ligado a las masas populares; un Ejército dirigido por tal Partido; un frente único de todas las clases revolucionarias y grupos revolucionarios dirigidos por tal Partido: estas son las tres armas principales con las que hemos derrotado al enemigo».

Mao asegura: «El sistema socialista terminará por reemplazar al sistema capitalista; esta es una ley objetiva, independiente de la voluntad del hombre». Y grita: «Nuestro país y los demás países socialistas necesitan la paz. Los únicos que ansían la guerra son los grupos del capital monopolista del puñado de países imperialistas, que se enriquecen con la agresión. El imperialismo norteamericano no ha sido derribado y tiene la bomba atómica. Estoy seguro de que asimismo será derribado. También es un tigre de papel ¡Pueblos de todo el mundo, uníos y derrotad a los agresores norteamericanos y a todos sus lacayos!» (El traductor de Mao incluye a México y Canadá con los estadounidenses inadvertidamente).

Citas políticas de Ortega y Gasset

El 18 se octubre de 1955 murió, a los setenta y dos años de edad, el más grande filósofo español del siglo: el cáustico, crítico y chispeante José Ortega y Gasset, un pensador para el que vivir es ocuparse y sentirse perdido, el que dijo «yo soy yo y mis circunstancias», pero reconociendo que el hombre no forma parte de su circunstancia sino que se encuentra siempre ante ella, y matizando que la realidad fundamental es la vida individual aunque la verdad no sea individual.

Ortega, además de periodista, fue político profesional con escaño en las Cortes y, para él, «ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil». Asimismo, sostenía que «si alguien -sea un político- en un discurso hablado o escrito se desinteresa de ajustarse a la verdad, es un bárbaro». Para él, «el bolchevismo y el fascismo son dos claros ejemplos de regresión y se trata de dos movimientos típicos de hombres-masas dirigidos por hombres mediocres» y «los nacionalismos son callejones sin salida», por lo que «hay que devolver el liderazgo a los hombres cultos e independientes».

Ortega constataba que la vida del hombre medio es hoy más fácil, cómoda y segura que la del poderoso en tiempos anteriores, gracias a la democracia liberal, a la experimentación científica y a la industria, añadiendo que en un planeta sin físico-química no podrían sustentarse el enorme número de personas existente. Lamentablemente, «hoy, cuando es mayor el número de hombres de ciencia, merced al especialismo no compensado, hay menos hombres cultos».

(Si escribiera hoy en día, Ortega no emplearía la palabra ‘hombre’ en exclusiva).

Fidel recuerda al Che

Ernesto Guevara de la Serna (1928 – 1967), argentino de Rosario, atleta asmático y médico, visitó todos los países de América Latina donde se convenció de que la única solución a la degradante pobreza de las gentes era la revolución violenta; además, a causa de las implicaciones multinacionales e imperialistas, la revolución requeriría una estrategia internacional. En consecuencia, el Che se marchó a México donde se unió a los cubanos comandados por los hermanos Castro, que estaban preparando el asalto al régimen de Fulgencio Batista. ¿Y qué dice Fidel, que lo sabe todo?

Cuando se unió a los cubanos, el Che fue bien recibido «porque era de esas personas a las que todos le toman afecto inmediatamente, por su naturalidad, su sencillez, su compañerismo y su originalidad». Fidel y el Che sintonizaron: «yo era comunista utópico, él era leninista y hasta reconocía algunos méritos de Stalin, como la industrialización». El general español Alberto Bayo, que era el instructor de los guerrilleros cubanos, decía que el Che era su mejor alumno, y Fidel cuenta que «intentaba escalar todos los fines de semana el Popocatépetl; no logró nunca llegar a la cima de 5.482 metros por culpa del asma, pero siempre lo intentaba». Cuando desembarcaron en Cuba en 1956, los supervivientes, con el Che herido, subieron a Sierra Maestra. Allí, «siempre era el primer voluntario y el médico del grupo, asistía a los heridos propios y a los enemigos; era un modelo de hombre pero asumía demasiados riesgos». «Él fue el primer comandante que nombramos, al mando de una columna independiente».

El 2 de enero de 1959 los guerrilleros toman la Habana y «el Che empieza inmediatamente a dar clases a todos aquellos campesinos, a hacer escuelas y a instruir a la gente». Ya como ciudadano cubano, es enviado a misiones comerciales en las que ataca el colonialismo e imperialismo estadounidense y, dentro del país, trabaja en contra de los anticomunistas y de los partidarios de la reforma agraria blanda. Es nombrado, sucesivamente, presidente del Instituto Nacional de la Reforma Agraria, director del Banco Nacional de Cuba y ministro de Industria. «Cualquier tarea que se le asignara era capaz de desempeñarla, ¡qué disciplina, qué vocación, qué abnegado, qué ejemplar, qué estudioso, qué austero! Prefería los valores morales a los materiales. Iba a los cañaverales a cortar caña, a la construcción con una carretilla, a cargar sacos. Esos valores fundamentales son los que preservaron la revolución».

En abril de 1965 deja la vida pública y continúa la revolución en secreto. «Siempre, desde el comienzo, tenía ese proyecto de contribuir a la revolución en Argentina. Tenía mucha vocación internacionalista, decía que había que crear muchos Vietnam y era más partidario de China que de los soviéticos». «Le planteamos que no se impacientara, pero él sabía que si esperaba más tiempo no estaría en mejores condiciones físicas. Se fue al Congo con 150 hombres bien armados, pero a los congoleños les faltaba una cultura de guerra ¡Con qué entusiasmo se fue a Bolivia en octubre de 1966! Yo no quería que fuera a Bolivia a organizar un grupo pequeñito, sino que esperara a que estuviera organizada fuerza ¡Errores grandes! Herido y sin fusil lo llevaron a La Higuera y el 9 de octubre de 1969, a mediodía lo ejecutaron a sangre fría por instrucciones de los agentes estadounidenses».

El panegírico de Fidel: «Queremos que nuestros hijos sean como el Che. Nuestra revolución se interesó por desarrollar una educación para que todos sean como el Che. Cayó defendiendo la causa de los pobres y los humildes. Lo recuerdo siempre como uno de los hombres más nobles, más desinteresados, una de las personalidades más extraordinarias que he conocido». Muere el Che Guevara y nace un mito que se extiende por toda la Tierra.