André Malraux (1901 – 1976) es uno de los grandes personajes de la historia del siglo XX; ya en su juventud fue acusado de la apropiación indebida de obras de arte autóctonas en Camboya; después fue amigo de Trotsky, con el cual se enemistó más adelante, y de Ghandi; fundador de la primera escuadrilla aérea internacional de la guerra civil española; coronel de la resistencia francesa; interlocutor de Nixon y Mao; ministro de cultura de Charles de Gaulle durante diez años; considerado filocomunista aunque no llegó a afiliarse al partido comunista francés. Tuvo tres mujeres: Clara, judía; Josette, muerta en accidente; y Madeleine, que le abandonó porque se ahogaba en pernod.
‘La Condición Humana’ está considerada la obra maestra de Malraux. La escribió cinco años después de los hechos que narra: La revolución en Shangai del partido comunista chino, dirigido por Chu Enlai, y el Kuomingtang (partido nacionalista) de Chiang Kaishek contra los denominados ‘señores de la guerra’. Ganó el premio Goncourt de novela. En el prólogo de una edición en castellano escribe Vargas Llosa: «Obra maestra digna de ser citada junto a las que escribieron Joyce, Proust, Faulkner, Mann o Kafka. La prosa reducida a un mínimo esencial, que obliga al lector a ejercitar su fantasía para llenar los espacios apenas sugeridos en los diálogos y descripciones». A veces parece un guion cinematográfico, incluso Eisenstein pensó en filmarla. Malraux muestra su aspecto trotskista en la elaboración de Kyo, el personaje central, trasunto de Chu, con la diferencia de que Kyo muere y Chu consiguió huir de la represión de Chiang para unirse a Mao. También muestra su misoginia: «Yo sé lo que se hace con las mujeres cuando quieren continuar poseyéndonos: se vive con ellas». Nos presenta las reivindicaciones de los obreros de Shangai en busca de la dignidad: «No más de doce horas de trabajo al día»; «No más trabajo para los niños menores de ocho años». Y grita con el padre de Kyo: «¡Se necesitan cincuenta años para hacer un hombre! Y cuando ese hombre está hecho, no sirve más que para morir».
Malraux escribió ‘La Esperanza’ un año después de los hechos para animar a la ayuda extranjera en pro de la república española y en contra de los rebeldes apoyados por Hitler y Mussolini. Aunque no era piloto, contrató una escuadrilla de unos veinte aviones pagando a los pilotos grandes sueldos con el acuerdo del ministro del aire francés. Un mes después del llamado ‘alzamiento nacional’ de Sanjurjo, Mola, Franco y compañía, ya estaban operativos en Cuatro Vientos (Madrid). La escuadrilla fue llevada a Los Llanos (Albacete) primero y a Chiva (Valencia) después, donde fueron englobados en el ejército español con Malraux como teniente coronel. A consecuencia de la pérdida de dos bombarderos se retiró o lo retiraron. Había estado medio año en la guerra y solo había sufrido heridas leves. El relato está compuesto de escenas aisladas, de imágenes cinematográficas. De hecho, en 1938 rodó ‘Sierra de Teruel’, una película basada en ‘La Esperanza’ pero ya sin esperanza.