Archivo por meses: marzo 2025

Contra el cáncer

Con lo escrito sobre el cáncer se podría llenar una biblioteca. Yo, paciente de tal enfermedad, algo he leído y algo he escrito.

Con la palabra cáncer se designa a un conjunto de más de cien enfermedades distintas caracterizadas por el crecimiento incontrolado de células anormales en el cuerpo que afecta, según la Organización Mundial de la Salud, a una de cada tres personas en todo el mundo, predominando en la mujer los cánceres de pecho y de cérvix uterino, y en el hombre los de próstata, colon y pulmón.

El cáncer comienza con células anómalas detectables al microscopio por sus superficies extrañas y sus proyecciones citoplasmáticas. Estas células pueden desarrollarse a partir de lesiones precancerosas denominadas hiperplasias, displasias o neoplasias, que dan lugar a tumores benignos con crecimiento no invasivo o a tumores malignos. En estos últimos, las células cancerosas se replican ilimitadamente, invaden tejidos ajenos, generan vasos sanguíneos para alimentarse (angiogénesis), evitan su propia muerte, producen factores de crecimiento propios y no obedecen las órdenes de no crecer; en definitiva, rompen con el comportamiento social de las células normales. Cuando invaden los canales linfáticos, que descargan en la sangre, son eliminadas en grandes cantidades, pero algunas llegan a otros tejidos apropiados donde originan nuevos tumores: es la metástasis.

Para diagnosticar un cáncer se comienza estudiando la historia clínica del paciente y localizando el tumor mediante distintos tipos de radiografías y endoscopias y obteniendo una muestra (biopsia) para establecer el grado de malignidad y desarrollo. En el proceso terapéutico se utiliza la cirugía para la extirpación del tumor, aunque solamente tenga efectos paliativos. El intento de eliminación de las células cancerosas del tumor puede hacerse irradiándolo con fuentes externas que emiten diversas radiaciones o partículas, o introduciendo en el tumor sustancias radiactivas. La quimioterapia se utiliza como procedimiento auxiliar de la cirugía y la radioterapia, aunque también puede ser el tratamiento principal para un cáncer localizado o cuando no hay otra alternativa por el avanzado estado de la enfermedad, pero dicen que no se ha demostrado aún que pueda curarse un cáncer por quimioterapia. No obstante, se siguen ensayando moléculas que actúan selectivamente contra las dianas, fármacos con menos efectos secundarios y cócteles de medicamentos que consigan sinergia.

En la terapia del cáncer tienen éxito los trasplantes de médula ósea para combatir la leucemia y se investiga sobre tratamientos inmunológicos: hormonas para los cánceres de mama y próstata; empleo de la interleucina-2, que es el factor de crecimiento de las células T (que destruyen antígenos); aislamiento y cultivo de linfocitos T del paciente que reaccionen con las células cancerosas; anticuerpos monoclonales, que son medicamentos fabricados a partir de células del sistema inmune; utilización de los interferones alfa, beta (proporcionan resistencia antivírica) y gamma (emitido por los linfocitos T, proporciona inmunidad) que se emplean contra la hepatitis crónica, las verrugas genitales, el sarcoma de Karposi y la esclerosis múltiple.

Contra el cáncer también se hace uso de métodos preventivos: vacunas contra el posible ataque de ciertos virus (como en el cáncer de cérvix uterino) o el empleo de sustancias químicas que inhiben el desarrollo del cáncer invasivo (tamoxifeno, ácido 13-cis- retinoico, palmitato de retinilo y retinoide acíclico). Como la mayoría de los cánceres no se pueden prevenir (los de mama, colon, próstata, páncreas, linfomas y sarcomas), conviene acudir a la detección previa antes de que se diseminen.

Algunos investigadores trabajan con microARN, pequeñas moléculas de ARN que no originan proteínas, sino que regulan la expresión de cientos de genes. Como en el cáncer parecen existir defectos en la producción de microARN, los investigadores pretenden introducirlos, usando un virus inocuo como vehículo, para que inhiban el crecimiento tumoral. Hasta ahora han obtenido algunos éxitos trabajando con ratones.

La primera inevitable pregunta que hay que hacerse sobre el complejísimo problema del cáncer es: ¿Cuáles son las causas del cáncer? Y los investigadores están de acuerdo en que la respuesta es: mutaciones genéticas. Los genes que regulan el crecimiento de las células, los proto-oncogenes y los genes supresores de tumores, pueden alterarse por la acción de carcinógenos tales como los productos químicos, los virus y la radiación. Los cambios en estos genes pueden hacer fallar los mecanismos de auto reparación de la célula. Por ejemplo: una mutación inactiva del gen supresor de tumores p53, que controla la apoptosis (suicidio celular); una segunda mutación que afecte al proto-oncogén Bcl2 bloquea la apoptosis. Otro mecanismo que evita la apoptosis está relacionado con los telómeros, que son segmentos de ADN situados en los extremos de los cromosomas: cuando se acortan suficientemente la célula muere, pero si hay transformación maligna se activa la enzima telomerasa que evita el mayor acortamiento y la muerte de la célula. Los oncogenes proceden de los proto-oncogenes mediante translocación cromosómica (alteración en la posición de los genes), por el aumento del número de copias del proto-oncogén o por cambio en un nucleótido. Aunque los oncogenes no son capaces de producir tumores por sí mismos, sin mutaciones que generen oncogenes e inactiven genes supresores no hay cáncer. Se han identificado más de trescientos genes mutados en algún tipo de tumor, pero es aún mayor el número de genes implicados y no mutados, por lo que parece inevitable secuenciar el genoma de los tumores para avanzar en el conocimiento del cáncer. Un investigador dice que «si hay cien anomalías genéticas, son cien las cosas que hay que arreglar para curar el cáncer. Además, los cambios genéticos varían del tumor de un paciente a otro ¿Tarea imposible? Quizá no, porque aunque haya muchas mutaciones solo hay unas diez rutas para llegar a ellas.

La segunda pregunta a contestar es: ¿Cuáles son los agentes causantes del cáncer? Y los investigadores han señalado a los rayos ultravioleta y a las radiaciones ionizantes, así como a determinadas sustancias químicas; de ellas dan algunos ejemplos de ‘posibles’ agentes cancerígenos y los cánceres ‘supuestamente’ asociados: radón, pulmón; benceno, leucemia; aminas aromáticas, vejiga; alquitranes, escroto; bis-clorometiléter, pulmón; cloruro de vinilo, angiosarcoma hepático; estrógenos, hígado y riñón; diclorodifeniltricloroetano, pulmón y estómago. También hay virus señalados como causantes de determinados cánceres: un tipo de ARN virus, el HTLV-1 (siglas inglesas de ‘human T-cell leukemia virus type 1’) y varios ADN virus: EBV (Epstein-Barr virus), HBV (hepatitis B), HPV-16 y HPV-18 (‘human papyloma virus’). El EBV provoca la popularmente llamada ‘enfermedad del beso’, infectando a los linfocitos B (que se producen en la médula ósea y fabrican anticuerpos), causando la mononucleosis (que se manifiesta con fiebre, amigdalitis, hinchazón de los nódulos linfáticos y engrosamiento del hígado y del bazo) y ‘casi’ seguramente el linfoma de Burkitt y el carcinoma nasofaríngeo. Hay muchos virus del papiloma humano, algunos, como los numerados 16 y 18, pueden ser malignos y de transmisión sexual, originando cánceres genitales y anales. Los sabios consideran que los virus son inductores que necesitan, para desarrollar cáncer, coadyuvantes físicos, químicos o biológicos que provoquen la disminución de las defensas.

¡Qué larga, ingente lucha contra el cáncer! ¡Qué denodada lucha por la vida!

Contra las patologías cerebrales

En el organismo humano hay treinta mil millones de neuronas, cada una con su axón para conectarse con otras neuronas más alejadas y con sus dendritas para relacionarse con las más próximas. Cada célula nerviosa es capaz de conectarse hasta con veinticinco mil axones mediante una corriente eléctrica que va desde el cuerpo celular a las terminaciones del axón y desde las dendritas hasta el cuerpo celular con una frecuencia de unos seiscientos impulsos por segundo.

Las sinapsis son las separaciones entre las extremidades nerviosas. Si son del orden de uno o dos nanómetros hay transmisión de corriente, pero si son mayores la intercomunicación es debida a neurotransmisores vertidos al medio y recibidos por receptores específicos que transmiten el impulso nervioso. Los neurotransmisores abundan: hay compuestos monoaminados (noradrenalina, adrenalina, dopamina, serotonina, acetilcolina, histamina), moléculas sencillas como los aminoácidos y moléculas complejas como los péptidos (endorfinas, por ejemplo) y las hormonas (insulina). Los neurotransmisores regulan actividades específicas diversas.

La depresión es un estado de la personalidad en el que cunde la apatía, la melancolía y los pensamientos negativos que pueden llevar hasta el suicidio. (Hay psiquiatras que dicen que lo raro es no estar desesperado). Si la depresión alterna con periodos de excitación y euforia, se trata de una enfermedad bipolar, de una ciclotimia o de una psicosis maniaco depresiva. Se sabe que la reserpina, un medicamento hipotensor y tranquilizante de procedencia vegetal, produce depresión porque desplaza neurotransmisores de las terminaciones nerviosas. También se conoce que las anfetaminas aumentan la concentración de noradrenalina en los espacios sinápticos. La isoniazida y la iproniazida, derivados del ácido nicotínico (niacina o vitamina B3), son inhibidores de la monoaminoxidasa (IMAO) que metaboliza las aminas cerebrales y produce depresión. Otros antidepresivos empleados son los compuestos tricíclicos, encabezados por la imipramina. No existen criterios establecidos sobre qué antidepresivo recetar a una persona concreta, por lo que el psiquiatra tiene que acertar, si acierta, por tanteo.

La ansiedad, definida como ‘miedo al miedo’, es una desviación de la personalidad que produce insomnio, alteración del ritmo cardiaco, trastornos digestivos, cefalea y fatiga, y puede originar depresión o esquizofrenia. Para combatirla se emplearon en principio tranquilizantes como los bromuros y los barbitúricos. Después se sintetizaron las benzodiazepinas: diazepan, oxazepan, lorazepan y clorazepato, que recibieron nombres comerciales tan conocidos como valium, adumbrán, idalprem, orfidal y tranxilium. Todos ellos facilitan la fijación del neurotransmisor gamma-aminobutanoico (GABA) sobre sus receptores. El GABA también inhibe la agitación constante de la epilepsia. Contra la ansiedad también se emplean somníferos (zopiclona, por ejemplo).

La esquizofrenia es una gran psicosis que supone pérdida de raciocinio, de comportamiento y de afectividad. Se intenta paliar con butirofenonas.

¿Cómo combatir el dolor? Se conocen algunos mediadores periféricos del dolor que inician la sensación dolorosa: histamina, serotonina, bradiquina, prostaglandinas E y otros, pero se desconocen los sistemas de integración de la sensibilidad dolorosa en el tronco cerebral. Antiálgicos hay bastantes, uno muy utilizado entre los más potentes es la morfina, que tiene serias contraprestaciones: habituación y dependencia, estreñimiento y depresión respiratoria. Las endorfinas son morfinas endógenas que producen los atletas con el ejercicio continuado (¡se habitúan al deporte porque van drogados!), los que toman placebos (autosugestión a la que responde el hipotálamo con secreción de endorfina) y los que reciben acupuntura (la secreción es debida a la excitación cutánea).

Algunos investigadores se preguntan: ¿Es el envejecimiento producido por la disminución de acetilcolina en el córtex y en el hipocampo? ¿Serviría de algo el aporte de citina y colina, precursores de la acetilcolina?

¿Cómo actúan los antibióticos?

Los antibióticos matan microbios de modos muy diferentes. Unos destruyen o activan la destrucción de la pared de las bacterias actuando sobre las enzimas. Otros atacan a la membrana situada debajo de la pared actuando como detergentes o fijándose sobre los constituyentes de la membrana. Todos alteran el transporte de nutrientes a través de la membrana. Y hay más: los que se oponen a la síntesis de las proteínas necesarias para la vida de las bacterias actuando de forma diversa, incluso sobre la replicación del ADN bacteriano.

Los antibióticos, en general, deben ser específicos, es decir, deben actuar sobre los microbios y no sobre las células del organismo. Por ejemplo, la penicilina actúa impidiendo la unión de los peptidoglucanos de las paredes bacterianas: estos compuestos no son constitutivos de los organismos superiores, pero pueden ocasionar reacciones alérgicas independientes de la acción antibiótica. Así, como los ribosomas microbianos son diferentes a los de los organismos superiores, la acción de los antibióticos suele ser específica, aunque puede no serlo en algunos casos, como ocurre con el cloranfenicol, que ataca a los glóbulos blancos.

La principal complicación atribuible a la acción de los antibióticos es la resistencia que puede desarrollar por mutación un microbio concreto a un antibiótico concreto. Por lo tanto, los antibióticos deben prescribirse específicamente. Y no para combatir virus, ante los que son ineficaces.

Contra las enfermedades cardiovasculares

Con la hipertensión arterial las arteriolas terminales pueden volverse más estrechas y rígidas: es la arteriosclerosis que por reducir el aporte de sangre puede conducir a infartos en el corazón o en el cerebro y a insuficiencia renal. En una crisis hipertensiva las paredes de las arteriolas se fragilizan y pueden romperse, produciendo un aneurisma o, en el cerebro, una hemiplejía. La hipertensión, quizá de origen genético, es producida por una alimentación alta en sodio y escasa en potasio. Para combatirla hay que restaurar el funcionamiento normal de las membranas celulares, reduciendo su permeabilidad al sodio o expulsándolo de las células. Los medicamentos que se emplean son variados: diuréticos, que eliminan más cantidad de sodio por la orina; betabloqueantes, que inhiben los receptores de los nervios simpáticos y retrasan el ritmo cardiaco; inhibidores de la enzima de conversión, que reducen la formación de angiotensina, e inhibidores de los receptores de la serotonina; anticálcicos, vasodilatadores que inhiben la entrada de calcio en las células.

La arteriosclerosis se desarrolla, en placas, en los lugares donde la corriente sanguínea es más turbulenta: en los orificios de las divisiones arteriales. Comienza con la destrucción de las células endoteliales, poniéndose de manifiesto la placa de colágeno que las soporta, seguida de una agregación de plaquetas y de una proliferación de células musculares lisas de la pared arterial. Las placas acaban en obstrucciones, causando infartos de miocardio o cerebral. Factores de riesgo para el comienzo de la aparición de placas son la hipertensión arterial, el aumento de grasas en la sangre (colesterol), el tabaquismo (por la disminución de oxígeno), los tóxicos, los virus y las hormonas sexuales masculinas.

El ácido araquidónico da lugar, por intermedio de la ciclooxigenasa, a las prostaglandinas y a dos sustancias de acción opuesta: el tromboxano, originado por las plaquetas, que produce trombos, y la prostaciclina, originada por la pared arterial, que dilata los vasos y se opone a la agregación de las plaquetas. La aspirina y otros antiinflamatorios disminuyen la formación de ambos. Si se suministra la aspirina en dosis pequeñas solo afecta a la producción de tromboxano. Otros medicamentos que previenen la arteriosclerosis son : el dipiramidol, un vaso dilatador de arterias que disminuye la adhesividad de las plaquetas al endotelio dañado; el dextrano, que también reduce la adhesividad; la sulfinpirazona, un agente antiinflamatorio que inhibe la ciclooxigenasa de las plaquetas; combinaciones de los anteriores (aspirina más dipiramidol). También previene la arteriosclerosis la disminución de la ingesta de colesterol, que se engloba en las lipoproteínas de baja densidad (LDL).

La velocidad de los latidos del músculo cardiaco está controlada por los nervios simpático y parasimpático. El corazón es acelerado por la epinefrina y la norepinefrina emitidas por los nervios simpático y adrenal, y es retardado por la acetilcolina emitida por el parasimpático. En caso de alteraciones se emplean el propanolol, que lentifica, y la atropina, que bloquea la acetilcolina para evitar una lentitud excesiva. Si el proceso de contracción para llevar la sangre a los ventrículos y de estos a las arterias no se mantiene ordenado, aparecen taquicardias o fibrilación ventricular. Los medicamentos deben disminuir la excitabilidad eléctrica de los músculos: se emplean quinidina para las arritmias arteriales y lidocaína para las ventriculares, pero no son completamente satisfactorias. También se usan antagonistas del calcio, que tienden a causar vasodilatación y a bajar la presión arterial. Para anginas de pecho se recomiendan tabletas de nitroglicerina. En casos más complicados se insertan marcapasos eléctricos.